(...) Y Whitleaf es muy hábil a la hora de flirtear sin favorecer a una dama más que otras e infundirles esperanzas que sólo pueden conducir al desengaño. En mi opinión las mujeres saben bien de qué pie cojea, y buscan marido en otra parte. Así son los hábitos y costumbres de la sociedad.
—En tal caso me alegro mucho —contestó Sussanna con aspereza— de no pertenecer a la alta sociedad. Todo eso me parece muy artificial.
Pero al cruzar una mirada con su amiga, al principio sonrió y luego estalló en repentinas carcajadas.
—Me expreso como una seca y mojigata maestra solterona.
—Pero no lo pareces en absoluto —apostilló Frances, riendo también—. Supongo que Whitleaf, el muy bribón, flirtearía también contigo de regreso a Barclay Court, y que tú respondiese con cara serie y lengua mordaz, ¿no es así? ¡Pobre hombre! Me habría encantado oírlo.
Ambas prorrumpieron de nuevo en carcajadas. Quizás había reaccionado juzgando con tanta severidad se se lo hubieran presentado como el vizconde de Jones o de Smith o cualquier otro nombre que no fuera Whitleaf.
—En cualquier caso —dijo—, siempre he dicho que esperaré a conocer por lo menos un duque. Un simple vizconde no es nadie.
Las dos se rieron de lo absurdo de ese comentario. ¡Un simple vizconde!
+ Leer más