Rosa Montero y Amalia Andrade suelen tomar sus experiencias propias y tomarse a sí mismas como prismáticos para los temas que abordan en sus obras. En El peligro de estar cuerda, Montero parte de los ataques de pánico que sufrió en su juventud para adentrarse en una investigación, tan rigurosa como palpitante, acerca de la relación entre la “locura” y la necesidad imperiosa de escribir. En No sé cómo mostrar dónde me duele, Andrade habla del periplo emocional que tuvo que sobrellevar para entender sus propias emociones y afectos, y desprenderse del principio cartesiano de que la razón es la única fuente de certezas.
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