Mi vocación es comprar tiempo con dinero. Para eso casi cualquier trabajo es bueno, lo importante es no encariñarse con él.
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Mi vocación es comprar tiempo con dinero. Para eso casi cualquier trabajo es bueno, lo importante es no encariñarse con él.
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"¿Por qué no te tomas unos meses para aprender a conducir, para leer, para pensar, para saber qué quieres hacer con el futuro?". Pues porque no entra en la cabeza de nadie, decía yo ciegamente. Hay unas obligaciones ineludibles, también las de las reputación, y cómo va una a permitir que la consideren holgazana o maleante durante un año. Las cosas se hacen todas apretadas, con prisa y pasándolo un poco mal o no se hacen. Y así fue hasta que decidí mudarme allí, y también después, al volver, porque la isla es un paréntesis de tierra firme.
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¿En qué momento mi vida empezó a ser accesible solo en vacaciones?
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Surge así un modelo de atracción un tanto artificial por el que el ciudadano del mundo viaja para ver lo que hay que ver y tacharlo en su lista de destinos y tareas.
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Empecé a sospechar que una madura cuando acepta las opiniones contrarias como un indicativo de algo y no como un desafío.
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Algunos buscan el sentido de la vida en el trabajo y lo encuentran. Creo que es porque hay un acuerdo tácito: casi todo el mundo piensa que una de las cosas más importantes es sentirse útil, por eso la humanidad se reproduce, por eso las personas se obligan a ejercer profesiones que les llenen y aporten algo a la sociedad, por eso caen por estrés en una depresión nerviosa y encuentran la salida volcándose en la causa que allí les llevó. Es nuestra enfermedad, pero como la tenemos todos, apenas reparamos en ella.
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Todavía no podía evitar ser como el personaje de ese texto, el que corre hacia el autobús y al perderlo siente el tiempo vacío, inútil. Un tiempo de espera que despreciamos en el imperio de la prisa. Pero quería cambiar y, devota de las vísperas, empecé a entender que quizás estaba viviendo el regalo de una espera sin finalidad: la burbuja del tiempo suspendido.
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Pocos BIBLIÓFILOS tan vehementes como los escritores. Coexisten en ellos las fuerzas ejemplares de quienes aman los libros desde la creación y la acogida, desde la escritura y la lectura. Comienzan casi siempre por lo segundo y la familiaridad con las letras termina incitándolos a tantear un rol más activo, generador y aspirante a alcanzar las altas cotas de lo literario. Confunden, felizmente, la pertenencia de un libro: ¿es más suyo el que han comprado o el que han escrito? ¿Se sienten mejor definidos como consumidores o como productores de palabra? También en esto podemos vivir sin respuesta. |
no tanto por mis textos, sino por mis subrayados y mis notas al margen me conoceréis.
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Yo, que quiero que todos mis días sean libres, no hago fotos para recordar un sitio, sino para estar en él indefinidamente, fundiendo tiempo y espacio.
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En Babelio, puedes combinar diferentes ediciones de un libro. ¿Se debería combinar la edición de bolsillo y la edición de tapa dura de la misma novela?