Gozo de Azahara Alonso
Todavía no podía evitar ser como el personaje de ese texto, el que corre hacia el autobús y al perderlo siente el tiempo vacío, inútil. Un tiempo de espera que despreciamos en el imperio de la prisa. Pero quería cambiar y, devota de las vísperas, empecé a entender que quizás estaba viviendo el regalo de una espera sin finalidad: la burbuja del tiempo suspendido.
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