No le temo a la muerte, Sébastien Saint Germain. Ni tampoco te temo a ti. Tú eres quien debería temerme a mí.
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No le temo a la muerte, Sébastien Saint Germain. Ni tampoco te temo a ti. Tú eres quien debería temerme a mí.
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Confíe en esta lección que aprendí hace mucho tiempo: la ira es momentánea. El arrepentimiento es para siempre
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(…)Dime algo, Odette, ¿por qué debemos usar corsés hasta para comer? —Porque los hombres disfrutan de tenernos enjauladas a todas horas —Odette hizo girar el vino en la copa—. Así estamos contenidas. Tienen miedo de lo que sucedería si fuéramos libres. |
Las multitudes me fascinan. Ofrecen ciertas oportunidades únicas a los demonios como yo. Nos permiten ser visibles e invisibles a la vez. ¿Acaso no estamos siempre —tanto humanos como criaturas— fingiendo en cierta medida?
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La belleza es peligrosa de contemplar, con frecuencia enmascara la putrefacción que acecha bajo la superficie.
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-Sentir no es una debilidad, monseiur. Yo... no soy una debilidad. -Sí es una debilidad cuando los sentimientos toman control del propio juicio. Y cualquier tipo de amor, en las manos correctas, es un arma que puede ser usada en contra de uno. |
La belleza de Bastien era dolorosa. No era como el arte o la poesía. Sino como la violencia. La forma en la que verla te atrapa y no te deja ir. Como una tormenta eléctrica detrás de un banco de nubes. Un maremoto que golpea contra la costa. Un recordatorio de que la vida no es más que un instante en el tiempo. Que cada segundo de ella debe de ser disfrutado. |
-Dime algo, Odette, ¿por qué debemos usar corsés hasta para comer? -Porque los hombres disfrutan de tenernos enjauladas a todas horas -Odette hizo girar el vino en la copa-. Así estamos contenidas. Tienen miedo de lo que sucedería si fuéramos libres. |
No debería ser revolucionario pensar que el color de piel no debería tener que influir en el sitio que cada uno ocupa en la sociedad.
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Las multitudes me fascinan. Ofrecen ciertas oportunidades únicas a los demonios como yo. Nos permiten ser visibles e invisibles a la vez. ¿Acaso no estamos siempre -tanto humanos como criaturas- fingiendo en cierta medida?
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Manolito ...