Los sentimientos de Miyoko en Asagaya

Llevaba mucho tiempo sin leer algún manga alternativo o de la corriente del gekiga, así que cuando vi este volumen entre las novedades de la biblioteca (y que, además, está editado por una de mis editoriales predilectas) me apeteció volver al género.

Como es característico del gekiga, este volumen está compuesto por varias historias cortas, pero, a diferencia de otras obras de Tsuge que leí el año pasado, en este caso los protagonistas son comunes, una pareja joven que malvive en el barrio de Asagaya. Él quiere ser mangaka pero no termina de conseguir publicar su obra y por ello se pasa el día bebiendo y acostándose con otras mujeres. Por su parte, Miyoko quiere llevar una vida familiar con él, pero se tiene que conformar con un hombre que llega borracho a casa, no le deja trabajar y además le obliga a mantener prácticas sexuales no deseadas con él o con algún amigo.

Una de las cosas que fue revolucionaria en el momento en que se publicó este manga fue que dos de las historias estuvieran protagonizadas por Miyoko. Su tono es triste y algo desesperado, parece no tener otra alternativa que asumir la suerte que le ha tocado, lo cual está muy ligado con el contexto concreto en el que se sitúa la historia, en el Japón de los años posteriores a la derrota en la IIª Guerra Mundial. Los sentimientos de la pareja y sus allegados son los que experimentaron los japoneses entonces: vergüenza, sufrimiento y, sobre todo, una pérdida de la identidad propia que marcaría el desarrollo del país posteriormente. Y es más llamativo aún que el relato de Abe sea autobiográfico, pocos autores hasta entonces habían utilizado de un modo tan claro su propia vida como fuente, estando esta además caracterizada por el alcoholismo y la enfermedad mental.

Por todo ello, aunque los temas sean comunes a los de otras obras del género que he leído (pobreza, depresión, amargura, decepción), hay un punto diferente al convertir al lector en un voyeur, observador de una vida que parece estar destinada al sufrimiento, aunque ese determinismo sea impuesto por los propios personajes o su entorno.