Tristura

No sé los años que llevaba descatalogado ‘Tristura' de Elena Quiroga (¡la primera mujer novelista en ingresar en la RAE ni más ni menos!), pero viendo imágenes de las anteriores ediciones, no parecen pocos. Tras leerla, no me entra en la cabeza cómo es posible que haya pasado ni un mes fuera de las estanterías de las librerías.

‘Tristura' es un sentimiento que acompaña a Tadea, que, con apenas nueve años, ve cómo su vida cambia radicalmente tras la muerte de su madre. de una vida llena de verde, libertad y cariño en una aldea gallega, tendrá que ir a vivir lejos de allí, a casa de sus tíos. Allí, en intensa convivencia con sus primos, y bajo la atenta mirada de su tía, su abuela, la institutriz y otros personajes, vivirá bajo el firme yugo de la moral de la época de la posguerra, marcada por la religión y los roles asignados a hombres y mujeres. En un ambiente donde el cariño y la empatía brillan por su ausencia, Tadea existe. Y, aunque, no tiene nada que ver, si lo habéis leído, entenderéis porqué me recordó al inicio de Jane Eyre.

Una lectura que me ha resultado angustiante, asfixiante y sumamente triste. Pienso en ella y viene corriendo a mi cabeza la palabra ‘soledad' y a mi estomago un nudo. Una novela que me ha hecho sentir mucho, pero sobre todo impotencia por no poder romper la distancia que marca el papel entre la historia y yo. le debo un abrazo tan grande a Tadea. Quizás son décadas las que nos separan, pero hay mucho compartido: dolores, miedos, constricciones y puertas cerradas.

El estilo de Elena Quiroga es una cosa tal merece detenerse en él y no creo que deje indiferente a nadie. A mí, me ha parecido absolutamente genial, moderno, original… Transmite de una forma tan clara ese ambiente sin aire, la vida de los niños, todas las emociones… tan sensorial que oyes el ruido de esa casa y las conversaciones, no las lees.

Además, explora las posibilidades del lenguaje y la expresión, haciendo usos inesperados de los signos de puntuación, la cursiva, los paréntesis... Pero con un control absoluto de lo que hace. Eso sí, me ha parecido una forma de escribir que requiere toda tu atención (también digo: la merece). En no pocos momentos me sentí algo desconcertada (pero, ¿quién está hablando?), fuera de lugar (¿dónde están ahora?) y me sentí perdida (¿qué está ocurriendo?)… pero ¡ay, ¿no serán esos los sentimientos de Tadea?! de verdad, lo de Elena Quiroga es digno aplauso.

Una novela que me conecta con la infancia de mis abuelas y de tantas otras mujeres. Imposible separar la historia de Tadea con la de su tiempo e imaginar las consecuencias en ella. Bueno, imaginar… ni siquiera hace falta, puesto que la herencia de aquellos años, en algunos aspectos, aún sigue muy presente en nuestra realidad.

Una novela que he sentido muy importante, espero que con esta nueva edición alcance el reconocimiento que se merece y llegar a ser un futuro clásico.


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El post de hoy va de voces injustamente olvidadas. Elena Quiroga, santandereana y escritora española de reconocido prestigio el siglo pasado, es una de las voces que la historia de la narrativa española ha enterrado entre sus páginas. Sin embargo, es importante no olvidar que ella fue la segunda mujer en alzarse con uno de los premios literarios españoles que más talento lanzó al panorama literario español, el premio Nadal. Viento del norte es la obra que se hizo con este premio en 1950; diez años después publicaría Tristura, el libro que hoy os quiero reseñar.

Tristura nos habla de Tadea, una niña huérfana de madre que vive con su abuela, sus tíos y sus primos. Con un estilo narrativo único, Quiroga da la palabra a Tadea y es ella quien toma la palabra y sus ojos se convierten en nuestros ojos, sus oídos en nuestros oídos y su tristura en nuestra tristura. La técnica usada es el flujo de conciencia, una narración de sensaciones y de sentimientos dónde se intercala las vivencias presentes con el recuerdo de un pasado dónde nuestra protagonista se sentía cuidada y protegida.

Lo he ido comentando estos días mientras leía el libro, la palabra que define esta historia es especial. Un estilo narrativo especial, una protagonista especial y una historia especial. En una España dónde triunfaba el realismo impregnado de esa corriente tremendista, Quiroga aborda la tristura desde una óptica muy distinta otorgando a la novela una personalidad muy marcada. Y aunque si que considero que a veces la narración resulta caótica y es un terreno en el que yo no me muevo con facilidad, si que es cierto que creo que es una historia que no mereció ser olvidada y que es de agradecer que Bamba Editorial la haya traído de vuelta.

Tristura es aquello que ahoga las memorias de Tadea. La protagonista pierde a una edad temprana a su madre y, por ello, debe abandonar su hogar para mudarse con sus tíos. ¿Por qué, diréis? Porque una señorita no puede formarse en la naturaleza salvaje del campo, sino en la rigidez de la ciudad. Frente a la libertad y felicidad experimentadas durante toda su vida, Tadea se encuentra en una familia anclada en el ferviente tradicionalismo. La (re)educación de la joven se lleva a cabo con métodos caducos, propios del franquismo, en los que predominan la culpa y el temor. Pues las mujeres criadas en el miedo aceptarán fácilmente el papel que les ha sido designado por la sociedad.

Las niñas no deben meterse en cosas de mayores, ni mirar, ni escuchar. Las niñas no tienen intimidad que no pueda decirse en voz alta, pero no demasiado alta, porque las niñas no levantan la voz, ni lloran, ni cruzan las piernas. Las niñas nunca están solas porque Dios las ve a todas horas, incluso de noche (¿cómo no tener miedo de ese Dios acosador que duerme con un ojo abierto debajo de nuestras camas?). Las niñas deben sentir vergüenza y pudor y nunca podrán mirarse al espejo. La desobediencia hace llorar a la Virgen y morir a la abuela y a Cristo. Las niñas no hacen preguntas, ni piensan, ni dan explicaciones. Y, a base de repetirlo, al igual que los rezos, Tadea lo aprende. Tal y como dice la tía Concha, la letra con sangre entra.

En este ambiente, Tadea siente roencia y tristura en las tripas, al igual que Julia. La niña-protagonista se desenvuelve en un mundo de hostilidades y silencios, de castigos y soledad. La orfandad le devuelve la voz a través de aquel pozo que no deja de visitar. Tristura es una novela de un profundo lirismo, que rompe con la estructura novelística propia de la postguerra y experimenta con el lenguaje y los personajes. Elena Quiroga, ganadora olvidada del Premio Nadal de 1950, ensaya nuevas técnicas y estilos y analiza la psique femenina a través de la evolución de sus protagonistas. No os podéis perder esta novela, ni tampoco a la editorial Bamba.

Admito que no conocía a Elena Quiroga ,una de las escritoras más importantes y originales de la literatura española de posguerra junto con Carmen Laforet y Ana María Matute ,ganadora del Premio Nadal en 1950 con "Viento del norte"y la segunda mujer y primera novelista en ingresar en la Real Academia Española en 1984.

¿Por qué no es tan conocida como Laforet o Matute ? Otra escritora incomprendida e injustamente olvidada y que he conocido gracias a que @bamba_editorial la ha rescatado para placer de todos los que no la conociamos.

Tadea es una niña de nueve años que ha perdido a su madre. Hasta ese momento fue feliz y libre. Como es la única niña en una familia de hombres,padre y hermanos ,se decide enviarla a casa de su abuela para educarla y estar acompañada de sus primos.
PeroTadea no será feliz, allí vivirá con sus primos Clota,Ana y Odón ,su institutriz mademoiselle Suzanne, su tia Concha que estará siempre presente con sus advertencias y su abuela.

Así Tadea verá su mundo reducido a sus clases,rezar y el juego pautado .
Las prohibiciones darán lugar al miedo a los castigos y el silencio se hará fuerte ante "los niños no preguntan".

Tadea vivirá en un ambiente de soledad ,angustia, roencia y tristura. En un mundo clasista en el que no es aceptada por ser pobre, por no tener madre, porque su padre la ha "abandonado ", porque según su tia corrompe la inocencia de sus hijos. En un mundo oscuro en el que se educaba en la religión y en la culpa,en el que la mujer y sobre todo las niñas debían ser silenciosas y temerosas de dios.

Un libro que os recomiendo muchísimo, porque he disfrutado de la historia y he disfrutado de como cuenta la historia ,una historia que hay que leer con calma y atención porque mezcla recuerdos y pensamientos de Tadea con estilo maravilloso que te hace sentir lo que siente Tadea .

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