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Me parecen muy valientes y necesarias esas novelas que no solo plantean cuestiones para reflexionar, sino que te lanzan a la cara verdades y problemáticas incómodas de la sociedad que se suelen esconder bajo la alfombra para dar una buena imagen. Y la sociedad coreana (por mucho que a veces la idealicemos) también necesita de estas dosis de realidad a través de la ficción. En este caso la historia toca múltiples temas en apariencia aislados pero hilados a través de la trama y los personajes que podríamos decir que tienen como centro la precariedad y la brecha generacional. Una mujer tiene que acoger a su hija y a la novia de esta en su casa, muy a su pesar. Que a su edad no tenga un trabajo estable y se dedique a ir a manifestaciones no sería tanta decepción si no fuera por el hecho de que no solo no tiene ni marido ni hijos, sino que encima a quien llama familia es una chica. Mi hija. La chica. La joven casada. La esposa del profesor. Así se refiere la narradora a los personajes recurrentes que la rodean, casi despojados de toda individualidad en favor del rol que ocupan. Quizá porque es a través de ella que, como si de una pequeña ventanita se tratara, vemos lo que hay a su alrededor desde su perspectiva. Una perspectiva incómoda en varios sentidos. El primero y obvio, los pensamientos e ideas de alguien anclado en los valores tradicionales que se resiste a aceptar ciertas realidades que no entiende, como la de su hija en muchos aspectos. El segundo porque, a su vez, también es testigo de otros problemas e injusticias que llegan a removerla por dentro. La novela juega con este doble rasero de la narradora que, por una parte ve tan difícil llegar a comprender a su hija, y por otra empieza a empatizar con personas y situaciones ajenas. La madre querría entender a la hija pero no sabe cómo ni si llegará a hacerlo, aunque nos queda esa esperanza. La homofobia no solo aflora por parte de un familiar que pertenece a otra generación, se extiende a la sociedad general (violencia contra el colectivo) o a las instituciones (censura de docentes). al mismo tiempo que ignora todo esto que afecta a su hija, desarrolla un vínculo con la anciana que cuida en una residencia y se da cuenta del abandono de los mayores y los chanchullos en la gestión de los recursos. Ella misma tampoco lo tiene fácil: sobrevive con un trabajo precario y alquilando habitaciones de su casa. Querría algo mejor para su hija, pero ¿por qué ella se empeña en apartarse del camino de lo correcto y decepcionarla? Como ella misma reflexiona «quizá no se trate tanto de un problema de la vejez, sino, como dicen, de un problema de esta época». + Leer más |