Blancura

Mi tercer Fosse (no el favorito, lo sigue siendo "Trilogía).

Otra vez su estilo se impone, parco, lento, casi onírico, complejo en su simpleza. No hay elegancia, no hay frases rebuscadas, no hay descripciones desbordantes.

Una obra que no puedo decir de que va o hago spoiler pues cuenta con noventa páginas.

Tiene mucha introspección, es un viaje hacia adentro en unas condiciones exteriores propicias para que el autor te muestre lo que le interesa, su fe, la psiquis humana, las relaciones familiares, la existencia, la desiciones (o indecisiones), el miedo y la literatura, que otra vez la muestra con precisión quirúrgica.

La cercanía emocional que se logra con el personaje es a empujones, no lo eliges, te lleva. Un escrito sin punto y aparte, un párrafo sin fin que vomita el monólogo de un personaje que anda perdido, y que realmente no parece querer encontrarse, pasan algunos aspectos de su vida por delante a modo reflexivo, se hace preguntas que nunca tienen respuestas, y así se va formando la historia.

El frío, le miedo, la soledad, la noche, la blancura comienzan a ser los personajes secundarios que le acompañaran a un final (para mi ) previsible.

No es la trama (no hay trama) es otra vez el modo. Si me dieran un pasaje de un libro suyo, sin decirme su autor, podría a los diez segundos decir: "es un Fosse". Tiene un sello, un estilo propio inconfundible.

Este libro es una analogía de la frontera entre la vida y la muerte. Es una interpretación sobre la existencia. Muy expresivo, muy intenso pero sobre todo muy envolvente. Sentí la "blancura", el frío, lo caldeado de ese ambiente. Me llevó a ese páramo nórdico y me metió en la mente de un hombre que se venció, que se dio cuenta que la existencia es un falso grito, porque al final, todos vamos hacia el silencio.
Fosse no es para todos, su estilo cortante está al servicio de paladares literarios más críticos. Leeré Septología (su obra cumbre) y espero dejarme llevar por su narrativa singular.

Me encanta Jon Fosse por su carga emocional, pero hay más, me encanta lucubrar que se esconde detrás de sus aparentes sencillas historias. La primera lectura me hizo pensar que se centraba como en Mañana y tarde en el después, pero en la segunda lectura me fijé más en esa voz que le boicotea y llegué a otra conclusión.
                En esta historia un peso importante de toda la narración es esa voz interior que tanto le desconcierta, «Y oigo una voz decir: estoy aquí, siempre estoy aquí…». Una voz débil y quebradiza, pero plena y cálida. Es curioso como esa voz surge cuando el miedo, el frío y la oscuridad le envuelven convirtiendo la escena en un momento con cierto carácter de final, si no encuentra refugio, si se sienta, si se deja vencer por el cansancio y el sueño, morirá congelado. No encuentra a nadie, no hay gente, la soledad no deseada le rodea. «A su manera el silencio puede hablar». Esa voz interior crítica aparece, «… ese sendero tendrá que llevar a algún sitio, y allí supongo que habrá gente…», pero no todos los senderos llevan a la civilización y a la ansiada salvación, algunos se pierden dentro de los bosques, y nuestro protagonista se deja llevar por esa voz y sus pensamientos catastróficos que le obligan a caminar en círculos y regresar sobre sus pasos, «¿hasta dónde puede llegar la idiotez de uno?», repite los peores conceptos que tiene de sí mismos, lo que le ancla.
                A esto se conoce con el nombre de Crítico Interior. Y me parece realmente interesante que en ese bosque oscuros aparezcan los padres para buscarle, porque el crítico interior se interioriza a través de las figuras autoritarias de la infancia, quizá le repitieron con frecuencia que no era lo suficientemente competente para resolver conflictos o situaciones complicadas como esa, un coche averiado en mitad de bosque una noche de tormenta. Jon Fosse es un escritor de pocas palabras, pero frases muy estudiadas, fijaros en la conversación de los padres, «he respondido sin pensar, y mi madre dice: sí, como de costumbre». La pelea continúa y él añade, «Quiero que haya silencio total, quiero escuchar el silencio. Nunca he sabido que decir a mis padres», interesante escena y potente mensaje intimista. Intimista y reflexiva.
                Tras leer cuatro de las obras de Jon Fosse, tengo claro unas cuantas ideas. Uno, teme la soledad, que vuelve en esta historia a ser presente pero con un matiz importante, le gusta la soledad buscada, aquella que le da paz. Dos, la familia es fundamental, aunque en Blancura nos muestra una relación familiar más tensa, una madre más controladora y un padre más sumiso y silencioso. Tres, su búsqueda constante de respuesta sobre lo que hay después de esta vida. Cuatro, su fe.
                ¿Por qué mira ese hombre de negro todo el rato hacia él? ¿Se irá con la luz? ¿Con sus padres? Creo que sus padres son ese límite infranqueable, los quiere, pero no guarda buenos recuerdos de su convivencia. Muy recomendable, una lectura con muchas interpretaciones.

Decidida a continuar conociendo al aparentemente desconocido Premio Nobel (esa fue la sensación general cuando no se había publicado en España), y después de "Mañana y tarde" que me pareció muy cortita pero espléndida, me enfrento a "Blancura".

Nuestro narrador sin nombre viaja en coche sin ningún destino cierto. Esto es así cuando toma caminos a derecha o a izquierda de forma aleatoria hasta que el vehículo queda parado en medio de un bosque. Sabe que debe abandonar el vehículo y adentrarse en un terreno inhóspito y desconocido.

A partir de aquí, conoceremos sus pensamientos, a veces desordenados, a veces repetitivos. En ellos se detecta sorpresa, confusión, perplejidad, aún en su intento de racionalizar lo que siente y lo que ve. No intuye un camino para continuar, nieva y hace frío.

Volvemos a encontrarnos con el final, con el tránsito, pero esta vez mis sensaciones son diferentes, a pesar de que hay mucha lectura entre líneas. Es, en mi opinión, una prolongación de "Mañana y tarde", una visión más de esa historia conmovedora de Johanssen, porque su lectura ya no me supone una sorpresa; un relato largo más que una novela corta, posiblemente más adecuado para formar parte de un compendio de textos que para su publicación en solitario.

Poético, filosófico, reflexivo, sin duda Fosse es un hallazgo, pero ya aspiro a una novela con más contenido, sin duda "Trilogía" o "Septología", lo serán. Espero que no defrauden las magníficas sensaciones de "Mañana y tarde". Sí aún no habéis empezado a leer al autor empezad por aquí, claro.

Y, a pesar de todo, sigo pensando que no es un autor para todos los paladares lectores, pese a su calidad infinita y a su capacidad para transmitir con una narrativa propia muy especial. Sabes que estás leyendo a Fosse. No hay confusión posible. Y eso en el actual panorama literario no es un mérito desdeñable.

#EntreLibros

Suelo ser bastante cauta y reticente a los autores-premio (Planeta, Nobel, Nadal, etc). Reconozco que me resultan poco atrayentes, como casi todo lo que aparece tras un “concurso”. No siempre esa victoria significa que sea el/la mejor escritor/a. Tampoco comparto el posterior boom de publicidad, ventas, ediciones y rediciones, sobre todo cuando ese/a autor/a ya escribía y nadie se había aproximado tanto a su obra hasta ahora. Pero, esta vez, quise darle una oportunidad a Fosse contraviniendo mi propia lógica (Premio Nobel, autor que no conocía, que no había leído y que se había convertido en un boom de ventas y reediciones). Dejé un poco de lado ‘Trilogía' y el volumen de ‘Septología' me abrumaba, por lo que escogí ‘Blancura' como primera toma de contacto con el autor noruego. Una pequeña historia que, a pesar de sus escasas 96 páginas y a partir de una aparente situación sencilla, plantea diversos puntos de vista dependiendo del lector. El protagonista- del que desconocemos los datos básicos como su nombre, su aspecto o sus inquietudes-, aburrido y cansado de su vida, decide coger su coche para ir a ninguna parte. Ese “viaje” sin rumbo ni destino fijo, le lleva a un bosque del que no puede salir porque su coche se ha quedado atascado. El frío y la nieve que empieza a car comienza a darle un mayor significado y contexto a la historia, y son elementos determinantes para saber ante qué situación nos encontramos y en qué situación se encuentra el protagonista, que se ve abocado a adentrarse en el bosque para encontrar ayuda.
Allí, se produce un cara a cara consigo mismo, con su vida presente y pasada y, sobre todo, con un futuro que, posiblemente, ya no llegue nunca.
El estilo de Fosse está presente. Una historia minimalista, fría, lenta, que explora la complejidad de la psicología humana, de las relaciones –con uno mismo y con los demás-, de la soledad y del tiempo. Una repetición constante de palabras y gestos que generan angustia en el lector; la carencia de dinamismo y giros inesperados hacen que seas parte de la historia y sientas lo mismo que los personajes, confundidos ante la incertidumbre de la situación en la que se encuentran; y que te plantees incluso tu propia existencia, lo que has hecho en tu vida y lo que hubieras deseado hacer. Una mezcla entre el mundo real y el onírico, la imposibilidad de escapatoria, el arrepentimiento por lo no hecho cuando llega el final.
Cuando leí esta historia, aún no había leído ‘Mañana y tarde'. Ahora, después de haberlo hecho, creo que son dos historias que se entienden mejor juntas. Por ese orden.

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@floresyunlibroenblanco

Con su lengua mínima, un puñado escaso de elementos vagamente referenciales y sus bucles y preguntas que se pronuncian y quedan en suspenso, Blancura, la novela más reciente del escritor, es una apuesta por la intensidad narrativa antes que la extensión y podría considerarse, a su vez, como una pieza de madurez que condensa temas y una concepción de la literatura que recorren la obra del noruego. Los primeros versos de la Divina comedia resuenan al comienzo de una novela narrada por una voz anónima, un hombre que pertenece a la estirpe de personajes que como Molloy, Malone o, incluso, el Perceval de Chrétien de Troyes, ya no saben lo que buscan y lo que hacen, y perdidos, no cesan de asomarse a agujeros negros. En medio de un bosque al que se llega por puro impulso, o quizás inercia, sin una buena o mala razón a la que asirse, el extravío del protagonista podría leerse como metáfora del tránsito de la vida a la muerte, o como la expresión del absurdo de la existencia, entre el sinsentido y la inagotable búsqueda de una forma de trascendencia.