El gato que venía del cielo de Takashi Hiraide
A partir de entonces, todas las noches del aniversario de su muerte íbamos a pie hasta la casa de los susuki, donde le habían encontrado. Una vez seguros de que no iba a pasar nadie, dejábamos dos o tres peces secos donde presumíamos que había ocurrido la desgracia y rezábamos por su alma.
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