Las hijas de la criada de Sonsoles Ónega
La vida es rígida como el hierro, no se deja torcer con facilidad y rara vez podemos cambiar nuestro destino, salvo contumaz obstinación.
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Las hijas de la criada de Sonsoles Ónega
La vida es rígida como el hierro, no se deja torcer con facilidad y rara vez podemos cambiar nuestro destino, salvo contumaz obstinación.
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Las hijas de la criada de Sonsoles Ónega
La Gran Guerra terminaría porque no hay guerra que cien años dure, pero sí hay amores que atraviesan toda una vida.
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Las hijas de la criada de Sonsoles Ónega
"Persigue la verdad. Es un lugar seguro. - Era la voz de Plácido -. Y quédate a vivir en ella."
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"No sabía bien cómo debía sentirse porque, hasta entonces, ella pensaba que la infidelidad era un accidente. Y lo suyo con Plácido no lo había sido. Al revés. Bien lo sabían los santos que la protegieron."
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Las hijas de la criada de Sonsoles Ónega
"- La vida no se puede alargar, Clara, pero sí podemos ensancharla."
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"No hay nada peor que convencer a un vivo que se quiere morir de que no se muera."
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Las hijas de la criada de Sonsoles Ónega
"Catalina luchó contra su verdad para ser feliz, pero ni la distancia que la separaba de España consiguió pacificarla. El olvido no es una estación de tren ni un destino final. Y por mucho que Catalina lo intentara, llegaría el día en que no querría siquiera llevar su apellido."
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"- Si las nueras salen buenas, se las quiere más porque nos han ahorrado educarlas - le dijo la costurera"
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"- El amor no tiene normas. Al amor hay que dejarlo crecer. Y cuidarlo como una porcelana."
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"Doña Inés se guarecía en la biblioteca del pazo para huir de las constantes discusiones con su hija. Cuando Clara veía luz, corría a encontrarse con ella como si entre las dos existiera un imán que las atraía y que ninguna podía explicar con palabras. La señora Valdés buscaba en la joven el cariño no correspondido de Catalina y quizá Clara sintiera en ella a la madre que le hubiera gustado tener."
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"¿Que has hecho mujer? Mírate ahora, sola y sin tu marido. Tendrás que soportarlo todo sin más ayuda que la de estas mujeres que te acompañan."
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"Al otro lado del Atlántico, Clarita sopló sus velas sin tarta. Sólo ella se acordó de que era su cumpleaños. La Renata había perdido la cuenta de los días, los meses, los años, consumida en una locura que nunca podría explicar. Clara prendió la punta de siete astillas, las clavó en la tierra mojada y pidió un deseo: aprender leer y poder escribir."
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"... Catalina sentía que no era de allí, que aquella no era su familia, que la habían colocado a la fuerza. Una extraña en su propio cuerpo, desubicada en el mundo."
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"Y llegó esa niña. - Esa niña- repitió recordando el parto y la dureza de su gesto el primer día que se la puso al pecho. Si llanto desconsolado, su mirada desconfiada y el rechazo la recorrían cada vez que la criatura respondía con desdén ante sus besos. Se guardaría para siempre aquellas escenas." |
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"-¡ Pero que morena es! Se parece al padre. ¡Y qué grande! ¡Ya alcanza al niño! Sí que creció en estos años, sí... - dijo Dorita sin saber cómo continuar. Tenía tan poco de doña Inés que prefirió callarse."
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"Catalina ya había cumplido dos años. Andaba sola y corría que se las pelaba entre el polvo y la hojarasca de Diana. De pocas caricias, se limpiaba la mejilla con la mano cuando alguien le daba un beso y doña Inés no se quitaba de la cabeza los malos ratos que le había hecho pasar."
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"- Sí, señor juez. La maté siguiendo sus propias indicaciones. Nadie tiene derecho a robarme lo mío. Si quieren libertad, tendrán que asumir sus límites. El juez la miró como si estuviera enjuiciando al propio Satanás." |
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La historia del hombre es la historia de sus amores. Gustavo Valdés trajo la enseñanza de Cuba. Pero no aprendió que en los yerros del amor arden los dos: hombres y mujeres.
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¿En qué año se publicó?