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Cien noches en Andrómeda de Norma Estrella
(…) Sintió que ella estaba llamando a las puertas de su corazón. No hacía falta. Se habían abierto ya. |
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Cien noches en Andrómeda de Norma Estrella
(…) Sintió que ella estaba llamando a las puertas de su corazón. No hacía falta. Se habían abierto ya. |
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Cien noches en Andrómeda de Norma Estrella
Pero lo que importaba no eran los miedos y las carencias que hubieran marcado sus vidas en el pasado. Lo importante era lo que hicieran a partir de ese instante.
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El río de las palabras susurradas de Norma Estrella
¿Dónde había quedado el licenciado seguro de sí mismo que iba a comerse el mundo? El mundo se lo comió, admitió, soltando al aire por la comisura de los labios.
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El río de las palabras susurradas de Norma Estrella
«La vida sabe lo que se hace. Es amiga de los sementales, no de los poetas, porque sabe que, si dependiera de nosotros, se extinguiría en cuatro días.»
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El río de las palabras susurradas de Norma Estrella
—Es una metáfora perfecta de la humanidad —comentó Elías, encantado con el entusiasmo de su amiga—. Dos ríos aparentemente incompatibles, de durezas y temperaturas distintas se funden en un solo, creando el río más grande del mundo. No es fácil, ambos se resisten a perder su identidad durante varios kilómetros, creando ese espectáculo único, pero el mestizaje siempre acaba ganando la partida.
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El río de las palabras susurradas de Norma Estrella
Sabía que el viaje en tren o en coche sería mucho más rápido, pero el río le permitía una conexión con las personas que lo habían recorrido antes que él. No sabía explicarlo, no tenía lógica, pero sentía que el río le hablaba, le susurraba palabras en un idioma que no lograba entender. Y algo lo animaba a seguir escuchando. Creía que, si escuchaba con la suficiente atención, acabaría por entenderlo.
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Cien noches en Andrómeda de Norma Estrella
Edu alzó una ceja y al cabo de un momento alargó la mano. —¿Que gane el mejor? Eva dudó unos instantes, pero luego se la estrechó con decisión. —Vale, pero te advierto desde ya que va a ser LA mejor y no el mejor. Él le acarició la parte interna de la muñeca con el meñique y Eva sintió que una descarga eléctrica la recorría de arriba abajo. —Pórtate bien, Eva, que vamos a tener que pasar muchas horas juntos a partir de ahora. —Edu no pudo resistir la tentación de provocarla antes de salir de la sala. Eva lo siguió y se dirigió a su mesa, tratando de disimular el estremecimiento que le había producido. A medio camino, él se detuvo y la miró por encima del hombro. En el brillo de su mirada había pasión, eso era innegable, pero ¿se trataba solo de pasión por la tecnología? —Yo siempre me porto bien —replicó, tratando de sonar como una tipa dura y fracasando estrepitosamente—. Pórtate bien tú. Él se echó a reír. |
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El río de las palabras susurradas de Norma Estrella
Fernando había tratado de hacer entender a su hermano que los libros, ya fueran novelas o recopilatorios de poesía, eran objetos mágicos, ventanas que permitían asomarse al alma de los autores, que vertían en ellos sus miedos más secretos, sus anhelos más íntimos, sus esperanzas más remotas... Y eso les confería una magia muy poderosa.
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Cien noches en Andrómeda de Norma Estrella
(…) dijiste que ningún hombre te había hecho daño. Eva ladeó la cabeza. —Pues perdona que te diga, pero deducir de eso que soy bollera es tener una mente muy imaginativa. Él la miró con desconfianza. —¿No lo eres? Eva se encogió de hombros. —Adoro los donetes, pero esos son los únicos bollos que me como. |
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Cien noches en Andrómeda de Norma Estrella
Eduardo alzó una ceja y ella le señaló a su espalda con la barbilla. —No me jodas —murmuró Eduardo. «Porque no querrás». —Eva abrió mucho los ojos—. «No lo he dicho en voz alta, ¿verdad? ¿VERDAD?» |
¿Como se llama el búho que le regala sirius a ron?