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Cien noches en Andrómeda de Norma Estrella
Edu alzó una ceja y al cabo de un momento alargó la mano. —¿Que gane el mejor? Eva dudó unos instantes, pero luego se la estrechó con decisión. —Vale, pero te advierto desde ya que va a ser LA mejor y no el mejor. Él le acarició la parte interna de la muñeca con el meñique y Eva sintió que una descarga eléctrica la recorría de arriba abajo. —Pórtate bien, Eva, que vamos a tener que pasar muchas horas juntos a partir de ahora. —Edu no pudo resistir la tentación de provocarla antes de salir de la sala. Eva lo siguió y se dirigió a su mesa, tratando de disimular el estremecimiento que le había producido. A medio camino, él se detuvo y la miró por encima del hombro. En el brillo de su mirada había pasión, eso era innegable, pero ¿se trataba solo de pasión por la tecnología? —Yo siempre me porto bien —replicó, tratando de sonar como una tipa dura y fracasando estrepitosamente—. Pórtate bien tú. Él se echó a reír. |