Cuando nos adentramos en Nada importante lo primero que consigue la obra es incomodar al lector, no porque, al menos en mi caso, me sienta identificada con una u otra parte, sino porque el planteamiento critica una cosa que, siendo justos, no ha llegado a suceder.
El thriller nos adentra en el caso de Minerva, una muchacha que ha sido agredida y ha sobrevivido a la agresión de, presuntamente, su expareja, que a su vez aparece muerto en la escena del crimen. Así, parece que nos adentramos en una novela donde se va plantear el tratamiento de un crimen machista desde diferentes perspectivas: la policía, la prensa, la gente y una misma. Sin embargo, si somos justos con lo que se nos cuenta, esto no termina de ser cierto. Desde el minuto uno sabemos que no ha sido la pareja quien ha agredido a la víctima, sino otro hombre creyendo hacer un reajuste en la sociedad.
En este sentido, la novela cambia de perspectiva y, acompañando a esa recepción de la agresión machista, se nos une la carrera por que Minerva sea capaz de recordar y, por lo tanto, identificar a su agresor. El crimen sigue teniendo una base machista, por supuesto, sin embargo, las críticas, la lucha de Minerva queda velada y desdibujada.
Que el punto al final es la motivación
Es decir, es cierto que nos encontramos ante una novela que desarrolla la recepción de un crimen machista, pero no me ha gustado que quien realmente lo perpetre tenga una mente tan retorcida y enferma. Es como si así se justifica el hecho de que solo un enfermo es capaz de hacer lo que ha hecho, que sé que no se pretende (ya que he hablado con la autora), pero no termina de parecerme que mete mucha pirotecnia para algo que pasa con una sencillez y simpleza que asusta.
No obstante, dentro de esto, es verdad que la autora consigue retratar muy bien las opiniones de la época sobre la cuestión. Así, el policía nos parecerá un ser deleznable y toda la parte de prensa será un horror, ya que será un ejemplo de la mercantilización de la ideología. Por el contrario, tendremos a personajes femeninos que representen muy bien la defensa de la mujer, ya sea por su propio pensamiento, como sucede con el personaje de Hilda, ya por el activismo de hecho, como sucede con el personaje de la doctora. Con ella nos invitará a la reflexión de lo que considerábamos correcto en la relación hombre-mujer a lo que consideramos ahora. Eso sí, no creamos que todas las mujeres de la obra serán reflejo de nuestro progreso, ya que, por ejemplo, tendremos a Sagrario, madre de la protagonista, que es la justificación con patas de aquella mentalidad y que, atrapada en ello, casi le cuesta la vida a su hija.
Maestría en la exposición
Más allá de esa incomodidad con la obra, que ya he comentado, sí debemos reconocer que Mónica emplea la estructura narrativa con gran maestría. El objetivo de la obra es ofrecer las diferentes perspectivas del caso, y así lo hace en gran parte de los capítulos, sin embargo, siempre se deja de lado un punto de vista muy importante, el del agresor. En este caso no sabremos quién es hasta el final de la obra (y creedme no creo que lo sepáis antes), pero sí que tendremos su voz en capítulos exclusivamente de él.
Esas partes de la narración donde la voz es la del perpetrador del crimen son muy angustiosas de leer. En ellas la autora consigue reflejar lo que es una mente enferma, cómo esa se da sus propios argumentos y sus propias guías de lógica para justificar lo que está haciendo, para que todo tenga sentido y sea justo.
Además, para ello utiliza un estilo muy sencillo, donde no hay dobles sentidos, sino personajes expresándose en su plenitud. Es cierto que la parte del agresor puede tender más a la metáfora, pero no es tanto así, ya que en sus interacciones con la víctima se comporta como una persona más. La parte reivindicativa está muy bien introducida y no da esa sensación de paro narrativo y exposición a pelo que encontramos en otras.
Bien, pero sin remate
Hace ya unos días que terminé la novela y me ha costado hacer la reseña porque no estaba muy segura de con qué me había quedado. Está claro que el tema de la visión de la mujer, de su tratamiento y del tratamiento de la violencia machista son los puntos clave de la obra y, aunque es verdad que el multiperspectivismo con el que lo trata está muy bien, el caso, la trama policial se ve muy deslucida.
La aparición del monstruo no me ha terminado de gustar y desde luego el giro final tampoco. Así como las primeras páginas las leía con avidez y me costaba desengancharme a la novela, de la mitad de la novela en adelante se me ha hecho mucho más ardua, porque ha consistido en enseñarme lo terrorífico que es el monstruo y, como ya he dicho, este lo puede ser con sencillez, no con cierta psicopatía.
En cualquier caso, sí que es una novela que recomiendo, ya que el tema es muy interesante y el estilo de la autora está muy logrado. Seguro que vuelvo a leer a Mónica y espero que vosotros podáis disfrutar de la reflexión a la que nos invita en esta novela. Espero que os guste.
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