Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Nuestras copas eran las espadas de dos personas que las cruzan con respeto antes de batirse en duelo.
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Nuestras copas eran las espadas de dos personas que las cruzan con respeto antes de batirse en duelo.
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
La buena literatura, sin música, no existe. No importa que la historia sea triste o cruel o sangrienta, hay un ritmo irrepetible y único en toda narración, y de encontrarlo depende la gloria de la novelista.
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Otra cualidad básica de toda buena novela es que encierra un mensaje. ¿Lo sabías? Es una plegaria dentro de una botella que la escritora lanza al mar, ¿o mejor debería decir "una confesión"?
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Yo era de César, y ahora sufría el olvido de los objetos que, con la marcha de su dueño, de repente ya no pertenecen a nadie.
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Cuando no la inflingen contra nosotros,olvidamos la violencia muy rápido, de forma involuntaria.
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Los niños no anticipan el mal, por eso a menudo son crueles.
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
¿Con qué osadía me estoy adentrando en la descripción de una ciudad desconocida? ¿Y con qué criterio torpe salto al presente? Utilizar el presente en una narración pretérita tiene el efecto de divisar desde la costa, rompiendo la placidez del mar en calma, una aleta de tiburón. Y no puedo permitir eso. Los hechos son abominables, así que el relato debe ser ágil, no presentar ningún obstáculo que nos aleje de la trama central. En este caso, de la búsqueda del asesino. |
Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
(...) la idea de un Tokio dividido, que luego, conforme fui conociendo la ciudad, se afianzó en mí y recuperé en numerosas ocasiones: la coexistencia de la urbe apocalíptica y monstruosa en su capacidad de doblegar al individuo, con aquellos fantasmagóricos reductos de paz, bolsas de aire acumulado durante siglos en cuevas abisales a priori sin oxígeno.
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Yo quise el sufrimiento porque me proporcionaba placer. Y permití que creciera sin control. Imagina una planta trepadora y lo entenderás. |
Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Wabi-sabi, la belleza de la imperfección, así es cómo los japoneses contemplan el mundo, a través de un filtro que les permite apreciar el brillo de las cosas imperfectas, las que están rotas, las que acusan el paso del tiempo.
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Porque hay dos mujeres dentro de mí: la que se muestra y la que se oculta, un yo que detesto pero del que no puedo prescindir; una alimaña contenida con una cadena por la mano de César, el único que sabe mantenerme con vida.
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Ninguna imaginación puede competir con el diseño de la casualidad, por eso repetimos constantemente que la realidad supera la ficción.
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Es extraño cómo nos empeñamos en encontrar un orden en la acción aleatoria del destino; cómo organizamos nuestros recuerdos con la intención inconsciente de relatarnos a nosotros mismos y otorgarle al caos de la experiencia vivida la categoría de una novela o un guion.
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Una vez leí que algunas mujeres, ajenas a la influencia de milenios de dominio masculino, consideran su mayor libertad la posibilidad de escoger a su verdugo, de decidir quién debe suministrarles a lo largo de toda una vida pequeñas dosis de un maltrato sutil e inconsciente, que las relegue a un segundo plano y las condene a una moderada sumisión.
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Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
Dicen que Tokyo es la ciudad más segura del mundo. Me llamo Olivia Galván y esta es toda la verdad sobre lo que ocurrió. |
El jardín de los sospechosos de Marina Sanmartín
"¿Qué está dispuesto a hacer un padre por su hijo?"
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Gregorio Samsa es un ...