Las manos tan pequeñas de Marina Sanmartín
(...) la idea de un Tokio dividido, que luego, conforme fui conociendo la ciudad, se afianzó en mí y recuperé en numerosas ocasiones: la coexistencia de la urbe apocalíptica y monstruosa en su capacidad de doblegar al individuo, con aquellos fantasmagóricos reductos de paz, bolsas de aire acumulado durante siglos en cuevas abisales a priori sin oxígeno.
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