Asedio y Tormenta de Leigh Bardugo
No sabía qué decirle a Mal. Nunca lo sabía esos días. Pero tal vez pudiera comenzar con la verdad: que estaba perdida y confundida, y tal vez volviéndome loca, que a veces me asustaba a mí misma, y que lo echaba tanto de menos que era como un dolor físico. Necesitaba al menos tratar de curar el desgarramiento entre nosotros antes de que fuera completamente imposible repararlo.
|