María en las Highlands de Kate Dawson
—Bésame, mujer. Bésame como si fuera un soldado que se marcha a la guerra. Bésame como si temieras perderme y supieses que no podrías vivir sin mí.
|
María en las Highlands de Kate Dawson
—Bésame, mujer. Bésame como si fuera un soldado que se marcha a la guerra. Bésame como si temieras perderme y supieses que no podrías vivir sin mí.
|
Laura en las Highlands de Kate Dawson
—No quiero que ninguna mujer caliente mi cama —dijo—. Quiero una que caliente mi corazón.
|
Julia en las Highlands de Kate Dawson
(…) Estamos en el siglo XXI y que yo sepa no tendría por qué darte explicaciones de lo que haya hecho con mi vida antes de ti. —Al ver que no se apartaba de él le rodeó la cintura con las manos y todo su cuerpo se encendió como una hoguera—. Mírame, Julia, mírame y dime que no sientes lo mismo que siento yo ahora mismo y te juro que te dejaré en paz.
|
Cristina en las Highlands de Kate Dawson
(…) Cristina comprendió que había vuelto a hacerlo y sonrió. No entendía lo que le pasaba con aquel escocés, pero era como si no pudiese parar de hablar de cosas muy personales e importantes que no había hablado con nadie más. —Tienes un don —confesó. Rowell dejó el bocadillo sobre el plato y se limpió las manos antes de coger el vaso de agua para beber. —Cuando estoy contigo hablo sin parar y, de hecho, te he contado cosas que no le he contado a nadie. —Cristina entrecerró los ojos mirándolo con intensidad—. ¿No serás alguna clase de druida o mago de esos de los que hablan las leyendas escocesas…? —Me has pillado —dijo él sonriendo. |
Julia en las Highlands de Kate Dawson
De repente los dos fueron conscientes de su cercanía. Sus brazos se tocaban y sus ojos estaban presos del otro. Fue un acto natural, casi instintivo. Evan se inclinó y posó sus labios sobre los de Julia como si fuese lo único que podía hacer. Pero algo ocurrió, algo mágico y estremecedor, que hizo que Julia se levantase y lo mirase de un modo intenso, casi salvaje. Él se levantó también y acarició sus labios con el pulgar sin apartar la mirada. Sus ojos le dijeron que también lo había sentido y se lanzó de nuevo contra su boca, hambriento de su sabor. |
María en las Highlands de Kate Dawson
—No he encontrado a nadie con quien deseara casarme. James dio un paso hacia ella, le apartó un mechón de cabello y aprovechó para acariciarle la mejilla. —Yo tampoco… —musitó pensativo—. Pero sé que si encontrase a la mujer adecuada no me separaría de ella jamás. |
María en las Highlands de Kate Dawson
—Debería regañarla, pero ¿sabe una cosa? Me gusta su irreverente rebeldía. Cuando usted está presente provoca una reacción en cadena a su alrededor. Pero debería saber que eso la convierte en una persona muy peligrosa… María. La manera en que dijo su nombre le provocó un estremecimiento, como si él hubiese pronunciado un hechizo y le trajese un recuerdo olvidado. Se mordió el labio nerviosa y aquel gesto atrajo la mirada del escocés hacia su boca. Todo sucedió de un modo natural, como si no pudiesen actuar de otro modo. James la atrajo suavemente, inclinó la cabeza y le rozó los labios con los suyos. No fue un beso apasionado, no hubo lengua, pero sí una emoción contenida que ocultaba una excitación superlativa. Cuando se separaron, María temblaba como una hoja y sin decir nada se dio la vuelta y corrió hacia la cocina para alejarse de él. James la observó desaparecer, sin moverse. Se sentía envuelto por la atmósfera de su aroma, un olor que se clavó en su cerebro como una caricia. Una atmósfera confortable en la que se sentía en casa. (…) + Leer más |
Cristina en las Highlands de Kate Dawson
Cristina pensó que había algo en él que resultaba perturbador. No eran sus ojos de un azul metálico y brillante, ni su mandíbula fuerte y rotunda. Tampoco eran esos labios, que pedían a gritos que los besaran, ni tampoco el cuerpo musculoso y fuerte que se adivinaba bajo la ropa. Todo eso la ponía muy nerviosa, tanto que apenas podía sostenerle la mirada más de tres segundos. Pero no era nada de eso en lo que estaba pensando en ese momento, era otra cosa, algo intangible, una ferocidad callada, una tensión emocional capaz de atravesar su calmada actitud para llegar a ella con fuerza.
|
Laura en las Highlands de Kate Dawson
Una cuerda tiraba de él cada vez que la española estaba cerca. No era por su belleza, había conocido mujeres mucho más hermosas que ella y nunca había sido suficiente para él. Las mujeres que solo poseen belleza física y las que la utilizan como un arma, no habían despertado jamás su interés. Siempre había necesitado algo más y tenía la sensación de que Laura lo tenía, aunque ni siquiera estaba seguro de lo que era. Quizá era la pasión con la que lo hacía todo, que fuese tan decidida o su humor. Siempre tenía una sonrisa preparada por la mañana cuando entraba al comedor y una palabra amable para todos los miembros del servicio que la atendían. Todo el mundo la quería en el castillo. La había visto hablando com el palafrenero, con la cocinera y con el viejo Ranald. Todos los criados parecían alegres a su lado y contentos con ella. También Margaret. Nunca había visto a su hermana tan feliz como en esos días. Y, al mirarla con otros ojos, un aura mágica se había desplegado a su alrededor mostrándole su auténtica personalidad. Y de repente empezó a fantasear con abrazarla, con sentarla en sus rodillas para mirarla a los ojos. Besar sus labios cálidos y suaves. Y aquellos pensamientos despertaron a una fiera salvaje que se rebeló dentro de su pecho. Un sentimiento de protección que amenazaba con dañarlo a él mismo si se atrevía a causarle algún mal. + Leer más |
Fue publicada en ...