La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
La isla es el insomnio de quienes nadan dentro de alguien más.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
La isla es el insomnio de quienes nadan dentro de alguien más.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
Isla: algo apartado, libre o desterrado. La emulsión de quienes se abren paso en la página en blanco, donde se dirigen quienes ansían no estar al alcance de todo.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
- Lo gobierna un hielo secreto con el que alguien talló sus huesos. Por eso se ha mudado a la isla: para olvidar la nieve; o derretirla.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
Nada de eso es del todo cierto, pero no por ello falso.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
- El Doctor Schubert es la piedra en la boca, el nudo de mar en la garganta, una colección completa de deseo encuadernada en piel: una biblioteca a punto de arder.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
- El que no termina de irse ni acaba de llegar, el forastero.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
El océano deja a la vista la hendidura de una espalda sobre la inmensa playa de su cuerpo.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
los desembarcaderos a los que acuden los marinos para tatuar en su espalda nuevos nombres que olvidar.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
[…] todas las guerras las desencadena una tragedia minúscula que acaba en otra mayor.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
Todos los que desean algo, todos quienes buscan lo que no existe, son capaces de crear para otros lo que, por hermoso o temible, no se concederían a sí mismos.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
Todas las horas de la noche están hechas de su piel.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
[…] algunos sostienen que sus recetas para combatir el frío alimentan la templanza y acompañan los quebrantos.
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La isla del doctor Schubert de Karina Sainz Borgo
Las mareas de aquella travesía la cortaron en dos: la hicieron una sirena sin cola y una mujer sin rumbo.
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La hija de la española de Karina Sainz Borgo
Estábamos hechas para resistir. Nuestro mundo se sostenía en el equilibrio que ambas fuésemos capaces de mantener. El resto era algo excepcional, añadido, y por eso prescindible: no erábamos a nadie, nos bastábamos la una a la otra.
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Crónicas barbitúricas de Karina Sainz Borgo
Cuando leí a la Ginzburg entendí por qué leemos y escribimos: para descubrir que no nos hemos vuelto costra, que no somos una mancha vieja, que siempre podremos, cómo no, lavar la ropa llorando... o leyendo.
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Crónicas barbitúricas de Karina Sainz Borgo
Los signos de interrogación me sujetan como a un pez que ya boquea en el anzuelo.
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Crónicas barbitúricas de Karina Sainz Borgo
Hay quienes nunca pertenecen a nada, excepto a su propio desenlace.
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Crónicas barbitúricas de Karina Sainz Borgo
Aunque robe guerras de otros, parece que nunca encontraré el ángulo para escalar mi carnicería.
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Crónicas barbitúricas de Karina Sainz Borgo
Ese mar revuelto de quienes lloran en el patio de butacas de un teatro a oscuras, arponeados por su propio océano. Sí, las historias de mar son historias políticas. Y los hombres... árboles sin raíces. Leños que el mar empuja.
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Crónicas barbitúricas de Karina Sainz Borgo
Que escribir sea arrancar, insisto, me parece natural. La vida es, en suma, una mutilación. La primera de todas. ¿Por qué no habría de serlo la narración que hacemos de ella?
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