El Paciente de Juan Gómez-Jurado
(...) era capaz de mantener la calma en medio del caos, pero huía de la confrontación. Nunca peleaba si podía evitarlo, se escudaba en su sentido del humor y en su superioridad intelectual.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
(...) era capaz de mantener la calma en medio del caos, pero huía de la confrontación. Nunca peleaba si podía evitarlo, se escudaba en su sentido del humor y en su superioridad intelectual.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
Sé bien lo que es recibir una noticia que pone tu mundo patas arriba. El corazón se detiene por una fracción de segundo, como si te hubiesen robado un latido, porque tu cuerpo reacciona antes que tu mente, y le gustaría detener el tiempo en ese preciso momento. Pero el mundo no va a pararse aunque tu corazón lo haga, así que sigue latiendo, y la información llega a tu cerebro. (...) en ese momento lo que acaban de decirte se convierte en una chispa eléctrica que hace parpadear una bombilla. La luz revela una habitación oscura y llena de pesadillas, un cuarto que siempre había estado ahí pero en el que no te atrevías a entrar. Tu vida ya no transcurrirá en la sala de estar donde ponías los pies en alto mientras un alegre fuego bailaba en la chimenea. No, tu vida ahora tendrá lugar en esa húmeda y lóbrega celda. Y hay más sombras tras las paredes, sombras que no te atreves a nombrar. Nada va a ser lo mismo. Y eso es inaceptable. Así que te niegas a aceptarlo. Atacas la información desde todos los ángulos posibles. Si es incuestionable, tu mente busca a toda velocidad opciones que te permitan seguir en la sala de estar, lejos de la celda tenebrosa. (...) Cuando sabes que no hay opción, cuando sabes que la nueva realidad es inamovible, tu cuerpo reacciona de nuevo, por segunda vez. + Leer más |
Una herencia peligrosa de Juan Gómez-Jurado
Y yo, además de la lluvia, odio las arañas. Un bicho con tantas patas no puede tramar nada bueno.
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Una herencia peligrosa de Juan Gómez-Jurado
Desbloqueé la pantalla, abrí la cámara fotográfica e hice algunas fotografías de aquel jardín, que sí, que estaba muerto, pero era mi jardín muerto y a mi me hacía ilusión.
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Una herencia peligrosa de Juan Gómez-Jurado
El tranvia nos dejó a unos dos kilómetros del comienzo de los terrenos de la Mansión Black. Para ser una casa de ricos, no estaba muy bien comunicada, aunque no dejaba de tener lógica, al fin y al cabo, los ricos no necesitan coger el tranvía.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
No podía consolarla, a pesar de que todo mi cuerpo me pedía acercarme y abrazarla, pero hubiese sido contraproducente. Una de las primeras cosas que aprendí como médico es que hay muchas más formas de dañar a las personas que de ayudarlas. Por triste y cínico que suene, hay menos posibilidades de equivocarse no haciendo nada.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
Estoy acostumbrado a que los pacientes se abran y cuenten sus intimidades en mi consulta. Todos acaban haciéndolo antes o después, incluso los más fuertes o reservados. Porque necesitan creer en mí, en ellos mismos, en sus propias posibilidades. Todos tienen algo que explicar sobre sí mismos, algo que decir, y el hecho de ver la muerte de cerca acucia esa necesidad. Como si mi mano fuese a ser más precisa porque ellos mereciesen vivir. Como si me correspondiese a mí juzgarlo o tuviese la potestad de cambiar las cosas. |
El Paciente de Juan Gómez-Jurado
Acababa de salir de una compleja operación para extirpar un meningioma del tamaño de una pelota de golf y disfrutaba uno de esos momentos henchidos de divinidad de los que los neurocirujanos gozamos a veces y de los que no hablamos a nadie. No caminas, flotas sobre los pasillos mientras vas a darle la buena nueva a los familiares, como un ser todopoderoso capaz de devolver la vida.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
Al fin y al cabo, la naturaleza humana es una negación de la muerte, y la de un médico entregado sublima esa negación.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
(...) todos los seres humanos tienen una frontera entre la confortable zona de sus convicciones y miedos y el pantano peligroso de sus deseos y necesidades. Para conseguir la total sumisión de la voluntad había que empujarles fuera de la primera sin que se hundiesen en la segunda. Hasta el punto de equilibrio. |
Todo arde de Juan Gómez-Jurado
Todo lo que eres, todo lo que deseas, todos tus esfuerzos pueden desaparecer en un instante. Toda tu vida puede convertirse en nada, a la espera de la cita con tu gigantesca estupidez.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
Su falta absoluta de empatía lo ponía un escalón por encima de los demás. Podía leer las emociones ajenas e interpretarlas sin verse manchado por ellas. Aquella ventaja evolutiva era de lo más práctica.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
Los límites de los seres humanos son imperfectos: sienten en su propio cuerpo el reflejo de las emociones de otras personas, ven sus emociones afectadas por las de otros. Viven sus vidas conectados a los demás por una especie de vasos comunicantes de sentimientos.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
Ella había decidido marcharse sin dolor, minimizando el nuestro en lo posible. Había que ser muy fuerte, muy valiente, había que amar sin medida para tomar una decisión así. Muy pocas personas se atreverían a tomar el mejor camino para sus seres queridos, sin importar el coste o las consecuencias. |
El Paciente de Juan Gómez-Jurado
Quiero pensar que en aquel momento su determinación flaqueó por un momento, aunque fuese por esa prosaica petición. O tal vez es la mentira que me cuento a mí mismo para paliar la sensación de que las últimas palabras que le dije antes de marcharse fuesen tan mundanas.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
Es curioso cómo la felicidad pura, sin adulterar, no deja poso en nuestros corazones, mientras que las aguas turbias de la tristeza manchan por doquier.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
La aplastante revelación vino acompañada de un sentimiento de aceptación. Todos aquellos meses de hosca y culpable tristeza, en los que me había convertido en un ermitaño malhumorado y adicto al trabajo, terminaron en aquel instante. Porque comprendí. |
El Paciente de Juan Gómez-Jurado
Ese imperioso deseo de comenzar de nuevo, de borrar las cartas que el destino te ha repartido, es un sentimiento engañoso y perturbador. Todos lo hemos sentido alguna vez, aunque nunca es más acuciante, devastador y peligroso que cuando está alimentado por la culpa y el remordimiento. Entonces es capaz de volver loco a un ser humano.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
Sabes que la muerte llega a todos, y eso es aceptable. Y también sabes lo difícil que es vivir con la culpa de no haber evitado lo evitable. Lo inaceptable es el remordimiento, una copa amarga que se bebe día a día.
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El Paciente de Juan Gómez-Jurado
Me pregunto a quién le suplicaba. Supongo que al Dios en el que no creo, y al que he acabado volviéndome tantas veces en busca de ayuda.
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Gregorio Samsa es un ...