Venganza, muerte, suicidio, empuje al suicidio (como consecuencia y castigo), amenazas, lapsos de tiempo con un significado equitativo (hasta poético), incógnitas, poesía, juegos de palabras, mensajes a través de los medios más rebuscados y significativos, atentados contra vidas ajenas, tortura, familia. Todo eso y mucho más encontramos en estas páginas.
La historia avanza con tranquilidad y se toma su propio tiempo para ir atando cabos, lo cual me parece sumamente genial. Odio las cosas que se resuelven rápido casi sin ninguna explicación, en los que parece que el protagonista tiene un IQ de 140 que te capta todas las señales en seguida sin sentarse a preguntarse ni por un segundo qué carajo está pasando. Pero lo que más me gusta es cuando no hay intención alguna de generar empatía entre el personaje principal y el lector. Pasaba páginas y páginas y me importaba una mierda qué era lo que iba a pasar con el psicoanalista, si sobrevivía o no me era muy igual, yo quería saber quién estaba detrás de todo esto.
Frederick Starks es una persona normal, no es un ser humano excepcional, pero tampoco en su vida tuvo acciones que lo hagan cuestionarse a uno sus valores morales.
Durante los años adultos, sobre todo cuando uno empieza a formarse profesionalmente y mentalmente, encaminándose hacia cierto futuro, concentrado uno en sus cosas, lejos de ser egoísta, a veces se nos pasan cosas por alto, y en nuestra inocencia (y podría decirse también egoísmo de estar concentrados en nosotros mismos), generamos consecuencias en quienes nos rodean que, muy probable, nunca nos enteremos que causamos. Y el doctor Starks no corrió con esa suerte.
Un personaje bien armado, el cual me hizo acumular bronca varias veces porque se sentaba por demasiado tiempo a sobre analizar todo sin darse cuenta de que tenía las respuestas en la cara. Sin ir más lejos, le costó mucho no sospechar de gente obvia y descubrir verdades de las que me di cuenta diez capítulos antes que él. Y calmándome en seguida, lo comprendía porque estamos hablando de un psicoanalista con un trayecto de unos treinta años más o menos, que se dedicó siempre a solo escuchar y ayudar a la gente a descubrir sus propias respuestas. Nunca en su vida se vio forzado a actuar. Un personaje medio lelo al principio, pero el cual se va cansando a medida que avanza el tiempo, a quien le rompen tanto la paciencia y la vida, que progresivamente se va tornando en un badass total.
Me encanta cuando se desarrolla al personaje teniendo en cuenta su pasado, presente y futuro, y sobre todo, manteniendo la esencia de lo que el protagonista piensa como individuo único. No es una línea recta, en la realidad a veces progresamos un paso y de repente damos cinco para atrás.
El plot twist es interesante, aunque no te roba el aliento, al final del día te lo ves venir, al menos, si sos de las personas que prestan atención. Pero el proceso y la mente detrás de todo el plan es lo mejor, e incluso, se termina empatizando más con el psicópata que con el propio Doctor Starks.
A mí, personalmente, me hubiese gustado que se vuelva el más hijo de puta del mundo. Tuvo una oportunidad en sus manos que dejó escapar. Yo, de haber sido él me la hubiese cobrado bien cobrada y hubiese usado eso a mi favor para devolver con la misma moneda.
Aunque, tengo que darle crédito, porque al final muy lejos de eso no estuvo y supo hacer muy bien su jugada.
Y de no haber sido así, no hubiese habido pase libre para su continuación: “Jaque al psicoanalista”, el cual, no sé si me emociona tanto leer, quizá algún día.
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