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Ultimos Dias De La Sombra, Los de Javier Vivancos
Llorando, la chica se restregó las manos una y otra vez en el camisón; la boca torcida, babas colgando de la barbilla, súplicas sin voz. El viejo se convulsionaba a sus pies y sacudía el brazo como si quisiese arrastrarla con él. Entonces, los gritos del público cambiaron, y por primera vez se unieron en un único y nítido mensaje: “¡LAS REGLAS, LAS REGLAS, LAS REGLAS!”.
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Pueblo Muerto de Javier Vivancos
No me dejaría seducir más por esa sombra de hombre. La había confinado para siempre en mi ordenador. No volvería a entrar en mi habitación. Ni en mis sueños. Recuperaría la amistad de Abel, y quién sabía si algo más. Obligaría a mi tía a ir al médico y se pondría bien. Sí, todo iba a ir fenomenal. A partir de ahora la cosa solo podía mejorar. Ya estaba harta de tanta oscuridad.
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Lucrecia se oscurece: de Javier Vivancos
Su boca le hablaba desde el espejo. Se tocó los labios, que le picaban, intentando cerciorarse de que no era ella la que estaba hablando, sin poder evitar mirarse a los ojos.
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Nosotros no guardamos las sobras de Javier Vivancos
Él asintió despacio, pendiente de sus labios rojos. Al mismo tiempo, el camarero gritó. Eso era terror, eso era sufrimiento, no tenía nada que ver con que le hubiesen obligado a bajarse los pantalones. De pronto todo el mundo jaleaba, reía y profería obscenidades en una perversa armonía que recordaba a un cántico satánico. —... Nosotros no guardamos las sobras. ¿Comprendes? |
El remake de Javier Vivancos
De frente, desde donde podemos observar ahora a Dani, no podemos estar seguros de lo que sucede a su espalda. Creemos adivinar algo oscuro sobre su hombro, una sombra, una mata de pelo lacio, pero tal vez se trate de nuestro temor a que le pase algo al chico. Es la clase de situación en la que nos gustaría gritar a la pantalla y avisarle: «¡Date la vuelta! Lo tienes detrás de ti, ¿es que no lo oyes?».
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Las matematicas del caos: de Javier Vivancos
—A veces —prosiguió— incluso los acontecimientos versan sobre un mismo tema, pero en fechas separadas, no como estas, y es muy fácil detectarlos, simplificarlos en números y ver que coinciden entre sí como marcando los puntos de la línea recta que confluye con otras muchas, en la misma dirección, hasta pegarse tanto, tanto que no explotan de milagro, excepto..., claro, que nosotros las hagamos explotar...
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Yo vi tu silueta: de Javier Vivancos
No sabría adivinar con precisión qué era lo que faltaba o lo que sobraba allí dentro (probablemente, todo), ni por qué la oscuridad aquí era tan opresiva, o por qué había un sombrero en la percha cuando nunca había visto a Miguel con sombrero.
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¿Cuál es el nombre completo de la protagonista femenina en "Una corte de rosas y espinas"?