Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Para escribir grandes obras, mi pobre amigo, sacará de su corazón, untando generosamente su pluma de tinta, la ternura, la savia, la energía, y las transformará en pasiones, sentimientos y frases.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Para escribir grandes obras, mi pobre amigo, sacará de su corazón, untando generosamente su pluma de tinta, la ternura, la savia, la energía, y las transformará en pasiones, sentimientos y frases.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
El escritor de moda es más insolente y duro con los que empiezan de lo que pueda serlo el más brutal de los editores. Allí donde el editor no ve más que pérdidas, el escritor teme a un rival
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Me da usted pena. Me veo en usted como yo era antes, y estoy seguro de que dentro de uno o dos años será usted como yo soy ahora. Creerá que le doy estos amargos consejos por alguna secreta envidia o interés personal, pero en realidad están dictados por la desesperación del condenado que no puede abandonar ya el infierno.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
En literatura el secreto del éxito no radica en trabajar, sino en explotar el trabajo ajeno
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Por un ejemplar que el editor niegue a mi periódico, hablo mal de una obra que a mí me gusta
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Debajo de todas esas hermosas cosas soñadas, se agitan hombres, pasiones y necesidades
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Llega usted en medio de una batalla de lo más encarnizada, es preciso decidirse cuanto antes. En primer lugar, el mundo de la literatura está dividido en varios bandos, pero nuestros grandes hombres están separados en dos campos. Los realistas son románticos y los liberales son clásicos
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El coronel Chabert : seguido de «El verdugo», «El elixir de larga vida» y «La obra maestra desconocida» de Honoré de Balzac
La muerte es tan repentina en sus caprichos como lo es una cortesana en sus desdenes; pero más fiel, pues nunca engañó a nadie
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
¡Despliega tus alas, mi bello y amado genio! Serás nuestro orgullo, como ya eres nuestro amor
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Allí, un grupo de amigos fraternos, todos igual de dotados en distintos campos del saber, se ilustraban mutuamente de buena fe, se lo confiaban todo, incluso sus malos pensamientos, todos de una instrucción inmensa y todos acrisolados por la miseria
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Todos discutían sin pelearse. No conocían la vanidad, al ser ellos mismos su propio auditorio
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Entre quienes aún viven se encontraba Horace Bianchon, entonces interno en el Hospital General, convertido más tarde en una de las eminencias de la Escuela de París y demasiado conocido ahora para que sea necesario describir su personalidad o explicar su carácter o la índole de su espíritu[114]. Luego estaba Léon Giraud, ese profundo filósofo, el osado teórico que pone en entredicho todos los sistemas, los enjuicia, los explica, los formula y los pone a los pies de su ídolo, la HUMANIDAD
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Así es como tendrían que vivir los literatos, en vez de malgastar el tiempo en los cafés, en los restaurantes, y echar a perder su tiempo, su talento y nuestro dinero
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
«Este joven —pensó— es un buen mozo, tal vez hasta demasiado; si ganara mucho dinero, se entregaría a una vida disipada y dejaría de trabajar.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Si los libros se vendieran al gusto de los editores seríamos millonarios, mi querido maestro; pero se venden al gusto del público
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
En París no los hay más que para las personas de la buena sociedad; el número de relaciones aumenta las probabilidades de éxito de todo tipo y el azar está también del lado de los grandes batallones
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
El teatro, ese primer amor de todos los espíritus poéticos, fascinó a Lucien. Los actores y las actrices le parecieron personajes imponentes; no creía posible salvar las candilejas y conocerlos de cerca
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Siempre bajo el yugo de la recta conciencia de la provincia, sus dos ángeles custodios, Ève y David, se alzaban ante el menor mal pensamiento recordándole las esperanzas puestas en él, la felicidad de que estaba en deuda con su anciana madre y todas las promesas de su genio
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¿En qué país se desarrolla la obra?