Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
No poseía más picardía que la de los sentidos y la bondad de las mujeres enamoradas.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
No poseía más picardía que la de los sentidos y la bondad de las mujeres enamoradas.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Cuando D’Arthez sea tan sabio como Bayle y tan gran escritor como Rousseau, nosotros ya habremos hecho nuestra fortuna y seremos dueños de la suya y de su gloria.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
De aquí a tres días, si la cosa sale, puede, con treinta agudezas a razón de tres por día, hacerle maldecir la vida a un hombre; puede obtener gratificaciones sexuales de todas las actrices de sus teatros; puede poner por los suelos una buena obra y hacer que todo París acuda a una mala.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
La conciencia, amigo, es uno de esos bastones que todo el mundo coge para apalear a su vecino, pero que nunca nadie hace servir para sí mismo.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
¿En qué mundo vive usted, amigo mío? Este droguero no es un hombre, es una caja de caudales ofrecida por el amor.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
¿es que hay que rebajarse y soportar aquí a esos dos gordinflones de Matifat y Camusot como las actrices soportan a los periodistas y como nosotros soportamos a los editores?
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Desde hacía dos horas, los oídos de Lucien sólo oían que todo se resolvía con dinero. Tanto en el Teatro como en la Edición, tanto en la Edición como en el Periodismo, no se trataba del arte y de la gloria. Los golpes del gran volante de la Ceca le martilleaban la cabeza y el corazón, atronándolo.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Hay tramado un boicot por los tres teatros vecinos, algunos van a silbar pase lo que pase; pero estoy en condiciones de desbaratar estas malas intenciones. He dado una prima a los de la claque enviados contra mí; silbarán, pero lo harán desganadamente.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Al público de los bulevares no le gusta este género, quiere que le atiborren de emociones. El ingenio aquí no se aprecia. Esta noche todo depende de Florine y de Coralie, que son encantadoras en cuanto a gracia y belleza. Estas dos criaturas llevan faldas muy cortas, bailan una danza española y pueden conquistar al público.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
¡Cómo! Estará Blondet de los Débats —le dijo Étienne—, el verdadero Blondet, Blondet en persona, en una palabra, Blondet.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Por la mañana soy de la opinión de mi periódico —dijo Nathan—, pero por las noches pienso lo que me da la gana
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Lucien apenas logró entrever aquella cabeza de cabellos rubios y finos, aquella cara entrelarga, aquellos ojos de mirada inteligente, aquella boca agradable, en fin, al hombre que durante veinte años había sido el Potemkin de Madame de Staël y que hacía la guerra a los Borbones después de habérsela hecho a Napoleón, pero que acabaría muriendo aterrado por su victoria.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Al oír la palabra general y el nombre del ilustre Benjamin Constant, la tienda adquirió a los ojos del gran hombre de provincias las proporciones del Olimpo.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
¿Me comportaré yo alguna vez así? ¿Es que hay que renunciar a la propia dignidad?
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Acosado por las miradas de las mujeres, incitado por blancas redondeces y escotes atrevidos que le deslumbraban, sujetaba su manuscrito con mano firme para que no se lo robaran, ¡el muy inocente!
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Mientras que las Galeries de Bois eran para la prostitución un terreno público, el Palais por antonomasia, vocablo que era sinónimo por aquel entonces de templo de la prostitución. Una mujer podía ir allí y salir acompañada de su presa o llevarla a donde mejor le pareciera
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
En cuanto a las novelas, Florine, que es la mejor lectora de novelas que pueda haber en el mundo, me hace su análisis, y yo despacho mi artículo basándome en su juicio.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Barbet era el prototipo del librero miedoso que vive de pan y nueces, que firma pocos pagarés, que araña en las facturas, las rebaja, lleva él mismo sus libros no se sabe adónde, pero que los coloca y se los hace pagar.
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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Cuando haya echado a perder su vida y su estómago para dar vida a esta creación, la verá calumniada, traicionada, vendida, condenada a las lagunas del olvido por los periodistas, enterrada por sus mejores amigos. ¿Será capaz de esperar al día en que su creación resurja vivificada? ¿Y por quién?, ¿cuándo?, ¿cómo?
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¿Quién es Momo?