Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Desde hacía dos horas, los oídos de Lucien sólo oían que todo se resolvía con dinero. Tanto en el Teatro como en la Edición, tanto en la Edición como en el Periodismo, no se trataba del arte y de la gloria. Los golpes del gran volante de la Ceca le martilleaban la cabeza y el corazón, atronándolo.
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