Los Mutilados de Hermann Ungar
Al poco tiempo de trabajar en el Banco, Franz se había convertido en otra persona. Aquel trabajo lo anulaba todo. La regularidad, la puntualidad, la certidumbre insoslayable de cómo iba a ser el día siguiente, lo destruyeron. Franz Polzer se disolvió en una serie de actividades que le consumían su tiempo. Durante aquellos diecisiete años, casi no se relacionó con sus semejantes. Por ello, cuando tenía que hacer algo que no era lo acostumbrado, se sentía inseguro. Si debía hablar con desconocidos, no encontraba las palabras. Constantemente tenía la impresión de que la ropa que llevaba no era la adecuada, que no le sentaba bien y que le hacía aparecer ridículo. El más pequeño cambio le agobiaba. Perseguía el máximo orden y simetría incluso en su habitación.
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