Mortal y rosa de Francisco Umbral
Estamos vivos de milagro, lo científico sería morirse ahora mismo.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Estamos vivos de milagro, lo científico sería morirse ahora mismo.
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Un ser de lejanías de Francisco Umbral
A mis lejanías voy, como el poeta parafraseado. Hasta que, un día, de mis lejanías no vuelva.
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Un ser de lejanías de Francisco Umbral
«El hombre es un ser de lejanías», escribió Heidegger. Esta frase tiene muchos sentidos, como todas las suyas, pero yo le aplico el más modesto y usual. Ir muriéndose es ir alejándose de las cosas, o ver cómo las cosas se alejan. Así, acudo a fiestas, tareas, usos cotidianos, inmediatos, y me parece venir desde muy lejos, desde mis lejanías de hombre que agota a grandes pasos su biografía. A uno le queda ya poco, pero no poco o mucho de vida o de muerte, sino poco de uno mismo, poco de lo que fue, de lo que fui.
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Un ser de lejanías de Francisco Umbral
Me miro en los escaparates, nunca en los espejos, y voy teniendo algo de deshojado libro, de individuo incunable, de volumen desgualdrajado que encierra alguna palabra bella o inesperada en su evidente desaparicion progresiva. Una manera de terminar, una forma no demasiado seria, pero digna, de morir.
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Un ser de lejanías de Francisco Umbral
Somos seres de lejanías, los hombres, no porque nos vayamos yendo lejos con la edad, sino que son las cosas las que se van, es el mundo lo que ya no nos queda al alcance de la mano. Todo está ahí, pero un poco más lejos.
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Un ser de lejanías de Francisco Umbral
Me asombro cuando me preguntan cómo puedo escribir todos los días. Lo que no podría es no escribir. Dentro de mí está el idioma como dentro de un reloj de pared está el tiempo.
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Un ser de lejanías de Francisco Umbral
Miro en el gran espejo de los estudios fotográficos mi piel con adarmes de alma como adarmes de blancura, el vello fragoroso del pecho, que parece venir de una batalla, y lo que veo es un guerrero cansado y la sombra de un adolescente que quiso ser esto, sombra pálida que interesa a todos y no interesa a nadie en concreto.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Tu muerte, hijo, no ha ensombrecido el mundo. Ha sido un apagarse de luz en la luz. Y nosotros aquí, ensordecidos de tragedia, heridos de blancura, mortalmente vivos, diciéndote.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Estoy oyendo crecer a mi hijo. Un hijo es la propia infancia recuperada, la pieza suelta del rompecabezas. Lo que no viví en mí lo vivo en él, lo que no recuerdo de mí es él. Él es el trozo que me faltaba de mi vida.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
En quienes está escrita la Historia es en los pobres. Todo puede leerse en ellos. Batallas, trabajos, sufrimientos. La historia de las enfermedades y la historia de los monumentos. Todo esta en el cuerpo de un obrero. Han movido el mundo. Han hilvanado en su pecho desnudo los fríos prehistóricos, las hambres medievales, la esclavitud romana, el esfuerzo gótico, la hoguera cursiva de las revoluciones, la geometría negra de las cárceles. Mira a un obrero.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Quizá la literatura sea eso. Desaparecer en la escritura y reaparecer, gloriosamente, al ser leído.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
En el libro no hay nada. Todo lo pongo yo. Leer es crear. Lo activo, lo creativo, es leer, no escribir. De esos signos, de esa tipografía hormigueante y seca, mi imaginación levanta un mundo, un bosque, una idea, y continuamente salen volando pájaros de entre las páginas del libro.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Los ojos nos descubren y nos encubren. Cuánto tiempo tarda un hombre en ser dueño de sus ojos, cuánto tiempo he tardado yo en habitar mis ojos, vivir en ellos, poblarlos. Porque generalmente huimos la región de los ojos, demasiado clara, y nos agazapamos en los sótanos del cuerpo. Hay que irse a vivir a los ojos como a lo alto de la claraboya, a las claras buhardillas de la casa, a los cielos del cuerpo. Estar en mis ojos para que se me vea y para ver. Instalarse en los ojos como en las estancias más soleadas del cuerpo.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Respiro hondamente y el mundo me traspasa. Luego tristemente, se retira de mí.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Mi hijo ha nacido de mí para vivir todo lo que ya no puedo vivir yo.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Nunca llevamos a un niño de la mano. Siempre nos lleva él a nosotros, nos trae.
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