Mortal y rosa de Francisco Umbral
Los ojos nos descubren y nos encubren. Cuánto tiempo tarda un hombre en ser dueño de sus ojos, cuánto tiempo he tardado yo en habitar mis ojos, vivir en ellos, poblarlos. Porque generalmente huimos la región de los ojos, demasiado clara, y nos agazapamos en los sótanos del cuerpo. Hay que irse a vivir a los ojos como a lo alto de la claraboya, a las claras buhardillas de la casa, a los cielos del cuerpo. Estar en mis ojos para que se me vea y para ver. Instalarse en los ojos como en las estancias más soleadas del cuerpo.
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