Mortal y rosa de Francisco Umbral
Mi hijo ha nacido de mí para vivir todo lo que ya no puedo vivir yo.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Mi hijo ha nacido de mí para vivir todo lo que ya no puedo vivir yo.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Estoy oyendo crecer a mi hijo. Un hijo es la propia infancia recuperada, la pieza suelta del rompecabezas. Lo que no viví en mí lo vivo en él, lo que no recuerdo de mí es él. Él es el trozo que me faltaba de mi vida.
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Las ninfas de Francisco Umbral
"El tiempo, si, se transmuta en geografía, y lo que perdemos en tiempo lo ganamos en espacio, y las horas perdidas de la infancia están ahí, en la copa de los árboles, y quizá son esos hilos de plata, de luz, que brillan de rama en rama, de hoja en hoja, porque en esos árboles, en esa arboleda cuaja algo que entonces no había, y ahora somos más dueños de todo, ya que todo nos habla, nos enriquece, nos habita." (Pág.89).
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Estamos vivos de milagro, lo científico sería morirse ahora mismo.
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Un ser de lejanías de Francisco Umbral
Somos seres de lejanías, los hombres, no porque nos vayamos yendo lejos con la edad, sino que son las cosas las que se van, es el mundo lo que ya no nos queda al alcance de la mano. Todo está ahí, pero un poco más lejos.
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Un ser de lejanías de Francisco Umbral
Miro en el gran espejo de los estudios fotográficos mi piel con adarmes de alma como adarmes de blancura, el vello fragoroso del pecho, que parece venir de una batalla, y lo que veo es un guerrero cansado y la sombra de un adolescente que quiso ser esto, sombra pálida que interesa a todos y no interesa a nadie en concreto.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Tu muerte, hijo, no ha ensombrecido el mundo. Ha sido un apagarse de luz en la luz. Y nosotros aquí, ensordecidos de tragedia, heridos de blancura, mortalmente vivos, diciéndote.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
En quienes está escrita la Historia es en los pobres. Todo puede leerse en ellos. Batallas, trabajos, sufrimientos. La historia de las enfermedades y la historia de los monumentos. Todo esta en el cuerpo de un obrero. Han movido el mundo. Han hilvanado en su pecho desnudo los fríos prehistóricos, las hambres medievales, la esclavitud romana, el esfuerzo gótico, la hoguera cursiva de las revoluciones, la geometría negra de las cárceles. Mira a un obrero.
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Las ninfas de Francisco Umbral
"No tenía sentido crítico, o prescindía de él momentáneamente, y aún creo que debe ser así en el lector joven, pues la admiración enriquece mucho más que la reticencia, y sólo el que ha admirado mucho, el que lo ha admirado todo, lo bueno y lo malo, lo favorable y lo adverso, se encuentra más tarde en posesión de tesoros que ya irá depurando." (Págs.34-35).
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
En la mujer joven se ama y se busca el tiempo, el poco tiempo, el milagro de la edad, algo general y anónimo, se busca el esplendor de la especie. No es posible encontrar a la mujer bajo el brillo de sus pocos años. Luego, el brillo decae y aparece una señora, un ser humano, una vida. Pero eso ya nos interesa menos a los grandes egoístas líricos. No por mero azacaneo sexual, sino porque uno cree más en la lírica que en la psicología, prefiere deslumbrarse a comprender, en amor.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Los años dan nobleza, sin duda. Todo joven es un parvenu de la fisiología. Esto no es una manera de consolarse. No hay nada como la juventud. La juventud es una divina vulgaridad. Los años estilizan, aristocratizan, dignifican un poco, y llegan incluso a individualizarnos. Pero preferíamos la democracia gloriosa de la juventud a estas distinciones y medallas de edad que nos pone la vida.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
Esa majadería de que a cierta edad todo hombre es responsable de su rostro. Yo no estoy descontento de mi rostro. Lo que antes no me gustaba de él, ya lo he asumido y se ha prestigiado por su propia permanencia. Los rasgos físicos se sacralizan por la repetición. Una nariz deforme, característica de una familia, va pasando de padres a hijos, cruza como un pequeño esquife los mares de la herencia, y ya no es fea ni bonita. Es sacral, porque su propia repetición, su manera mágica de reencarnar la ha salvado de la vulgaridad, la ha ritualizado a los ojos de la familia y de los habituales. Lo que persiste se perfecciona.
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Mortal y rosa de Francisco Umbral
El dolor es un laberinto con angustia de perderse. La alegría nos lleva en línea recta y eso vale más que la alegría misma. Pero el dolor duda continuamente, vuelve atrás, como una bestia sombría que no acaba de aprenderse el viejo camino.
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Un ser de lejanías de Francisco Umbral
«El hombre es un ser de lejanías», escribió Heidegger. Esta frase tiene muchos sentidos, como todas las suyas, pero yo le aplico el más modesto y usual. Ir muriéndose es ir alejándose de las cosas, o ver cómo las cosas se alejan. Así, acudo a fiestas, tareas, usos cotidianos, inmediatos, y me parece venir desde muy lejos, desde mis lejanías de hombre que agota a grandes pasos su biografía. A uno le queda ya poco, pero no poco o mucho de vida o de muerte, sino poco de uno mismo, poco de lo que fue, de lo que fui.
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Un ser de lejanías de Francisco Umbral
Me miro en los escaparates, nunca en los espejos, y voy teniendo algo de deshojado libro, de individuo incunable, de volumen desgualdrajado que encierra alguna palabra bella o inesperada en su evidente desaparicion progresiva. Una manera de terminar, una forma no demasiado seria, pero digna, de morir.
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Un ser de lejanías de Francisco Umbral
Me asombro cuando me preguntan cómo puedo escribir todos los días. Lo que no podría es no escribir. Dentro de mí está el idioma como dentro de un reloj de pared está el tiempo.
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Gregorio Samsa es un ...