Es una novela fresca y amena, estructurada entorno a la serie de mails que los dos protagonistas, auténticos desconocidos al principio, se van intercambiando. Primero cordiales, cada vez más personales e introspectivos. Refleja bastante bien cómo surge y se mantiene el fenómeno del enamoramiento virtual, tema de actualidad en nuestra sociedad on-line. Se lee muy rápido y personalmente me ha dejado un agridulce sabor de boca.
Hoy en día todos tenemos multitud de relaciones con personas de todos los rincones del mundo. El espacio físico ha dejado de ser una barrera. El amor, la amistad, el compañerismo, todas estas cosas, han roto los convencionalismos y hoy debates igual con tu pareja que con alguien a diez mil kilómetros. Y no pasa nada. Y somos grandes amigos. En los peores casos, se aparta a quien está más cerca. Y los casos más extremos, esa cercanía virtual se usa para hacer daño. Un dolor que atraviesa paredes, barrios, ciudades y países. Es algo para lo que no sé hasta que punto estamos preparados los seres humanos, esa ausencia de límites entre lo real y lo virtual.
Emmi y Leo se conocen de una forma peculiar, nada extraña para los tiempos que corren, pero en su relación se deja entrever la inseguridad de ambos, la poca capacidad a enfrentarse a una realidad. Ambos están bastante satisfechos con su existencia, pero ambos fantasean con algo diferente. Ninguno se atreve a llevar a cabo el cambio. Ninguno parece preparado para ello. Los dos son imágenes que han creado el uno para el otro, y el miedo a defraudarse, al otro y a sí mismos, es leif motiv presente en toda la novela.
La recomiendo a quien le guste el género romántico pero no empalagoso, y que no espere encontrar erotismo aunque sí una relación muy muy íntima, aunque diferente a lo convencional, pues el grado de confianza entre los dos protagonistas tiene una dualidad muy difícil de comprender y que, a la vez, convence.
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