Historia de dos ciudades de Charles Dickens
Siguió su curso la marea de aquel mar oscuro y amenazador cuyas olas destructoras se empujaban con furia, cuya profundidad no se ha sondeado nunca y cuya fuerza no adivinaba aún nadie; oleaje ciego y sin remordimiento, océano implacable, del que surgían brazos inflexibles, gritos de odio y de venganza, y rostros tan endurecidos por la miseria de la compasión no podía ya dejar en ellos su impronta
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