La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón
Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados.
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La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón
Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
A veces es mejor poner el cerebro a trabajar y agotarlo que dejarlo en reposo para que, cuando se aburra, le empiece a devorar a uno vivo.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
Carax me enseñó que un libro no se acaba nunca y que, con suerte, es él quien nos abandona para que no pasemos el resto de la eternidad reescribiéndolo.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
Cada día estaba más convencido de que la buena literatura tenía poco o nada que ver con quimeras triviales como la inspiración o el tener algo que contar y más con la ingeniería del lenguaje, con la arquitectura de la narración, con la pintura de las texturas, los timbres y los colores de la construcción, con la fotografía de las imágenes y con la música que podía producir una orquesta de palabras.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
Disfruté de dos infancias: una bastante convencional, si es que tal cosa existe, la que veían los demás; y otra imaginaria, la que vivía yo.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
-Este lugar es un misterio, Julián, un santuario. Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
Enfrentarse a las palabras era su modo de descubrir quién era de verdad y de tratar de recuperar así la memoria y el espíritu de la madre que había perdido a los cinco años.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
-Un buen periodista es como un elefante: tiene buena nariz, buenas orejas y, sobre todo, nunca olvida.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
Uno sabe que está vivo porque duele, porque de repente todo importa y porque cuando ese breve momento se acaba, el resto de su existencia se transforma en un recuerdo al que intenta regresar en vano mientras le queda aliento en el cuerpo.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
La mayoría de los chicos resultaron ser todo lo contrario de los libros: eran simples y se les podía leer al instante.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
Doña Lorena decía que el nivel de barbarie de una sociedad se mide por la distancia que intenta poner entre las mujeres y los libros. Nada asusta más a un cafre que una mujer que sabe leer, escribir, pensar y encima enseña las rodillas.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
-Si los libros hablasen no habría tanto sordo por ahí. Lo que tiene que hacer usted, Fernandito, es empezar a evitar que los demás le escriban el diálogo. Use la cabeza que Dios le ha plantado sobre las cervicales y hágase usted mismo el libreto, que la vida está llena de estraperlistas ávidos de rellenarle al respetable los sesos con las bobadas que les convienen para seguir manteniéndose subidos al burro y con la zanahoria en ristre. ¿Lo entiende?
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
La felicidad, o lo más cercano a ella a que puede aspirar cualquier criatura pensante, la paz de espíritu, es aquello que se evapora por el camino que lleva del creer al saber.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
Mataix ya no lo creía. Y tenía miedo. Sabía que una guerra civil nunca es una, sino un amasijo de pequeñas o grandes luchas enquistadas entre sí.
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El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón
-No hay libros modestos sino ignorancias soberbias.
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El príncipe de la niebla de Carlos Ruiz Zafón
-¿Y bien? ¿Aprobado o suspendido? -Esto pronto para saberlo- contestó Max-. Parece una maqueta. Cómo es de los escaparates de las jugueterías. -A lo mejor lo es- sonrió su madre. |
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¿Quién es autor del libro?