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La leyenda del volcán de Bárbara Gil
"Ahora veo el pasado igual que miraría el humo de una casa que ha ardido".
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
Era imposible que alguien con las ideas tan cerradas como Breixo entendiese por qué se había enamorado de Faisal, pero ella lo sabía muy bien. Faisal era tierra húmeda, era dientes, era aire puro entrando en los pulmones, era instinto, era el salto hacia atrás que da una gacela antes de ser atacada y, al mismo tiempo, el depredador que acecha por detrás a una presa que sabe que es más grande; era la pisada imperceptible del ratón que sólo escucha el búho, la roca que asola en el borde de la cima de un precipicio, la rama a la que te agarras en medio del huracán, el tigre mordiendo en la yugular para paralizar a la hembra, las marcas de su garra en la corteza de un árbol marcando territorio. Era salvaje, pero también era los sueños de un niño, los gustos olvidados de la infancia, las risas repentinas, los gritos injustificados de placer, la tierra en las uñas que quieren ser garras.
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
Si mi corazón late, es porque tiene donde latir.
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
Solo aprendemos quiénes somos de verdad cuando descubrimos aquello a lo que somos capaces de renunciar.
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
La frase de un libro no puede cambiarme la vida.
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
Cuando el corazón está seco es una corteza que se arranca con facilidad
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
El pájaro no conoce la bala y como no la conoce la ignora
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
"Daba igual cuantas catástrofes asolaran Bangladés: era el país de la resiliencia" .
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
"Era cierto, aquellos lirios brillaban en aguas tristes. Bangladés era la patria anegada de los nenúfares".
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
A pesar de su transparencia, nadie sabe nunca qué sentimientos contiene cada lágrima.
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
¿Por qué hay tanta gente que no lo entiende? Somos iguales, da igual donde hayamos nacido. Las personas normales somos igual en todos los países. Solo queremos amar y ser felices, divertirnos, ser útiles, hacer cosas buenas por los demás, sentirnos queridos. Tenemos los mismos deseos, las mismas inseguridades, las mismas preocupaciones.
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
—Los países ricos creen que nunca serán pobres. Esa es la fantasía que los sostiene. Pero algún día tendrán que abrir los ojos.
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
—Este segundo no volverá a repetirse nunca: ser solo somos ahora —dijo, sintiendo cada palabra. —No: ahora —la corrigió Sagor. Y se echaron a reír. |
Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
La naturaleza no tiene el don de la palabra, pero sí el de los colores. Cuesta imaginar el mundo sin esa gama de matices con la que se viste. Resulta un lenguaje más efectivo que el nuestro, y tal vez por eso lo imitemos: si no les arrebatasemos el rojo intenso a las cochinillas, nuestros labios no pedirían con la misma fuerza los besos.
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
Aquella ciudad era una mala obra de arte; el resultado de pinceladas mal dadas e insistentes. No había aceras. Todo estaba a medio construir. Desde luego era la Daca que aparecía en los álbumes de su padre. La Daca de Bangladesh, la Daca de los bengalíes, la Daca real, y ahora, a su pesar, la Daca de Irina.
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
—¿Estás loco? No podemos preguntarle a papá. —Qué tontería, ¿por qué no? —Porque preguntarle a papá es la mejor forma de asegurarnos un saber nunca la verdad. —Irina casi deletreó la palabra «nunca»—. Está claro que él no nos la va a decir. Por algo no lo habrá hecho hasta ahora, ¿no? |
Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
Nacer pobre, para él, no había sido más que un aprendizaje. Se enorgullecía de ser un hombre sin sueños: matar el deseo le había sacado del infierno. Los sueños eran canciones de pobres. El mundo estaba lleno de ilusos que vivían atrapados por sus sueños y sus expectativas, que no miraba la realidad de frente, que no la aceptaban.
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Nenúfares que brillan en aguas tristes de Bárbara Gil
... existe un silencio distinto todos los demás: el silencio que queda cuando el corazón de alguien a quien amas deja de latir.
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