La asombrosa bibliotecaria de Little Rock de Ardey Olivia
Las lágrimas suponían alivio y paz mental.
|
La asombrosa bibliotecaria de Little Rock de Ardey Olivia
Las lágrimas suponían alivio y paz mental.
|
La asombrosa bibliotecaria de Little Rock de Ardey Olivia
El llanto evitaba que a uno se le enquistara dentro.
|
La asombrosa bibliotecaria de Little Rock de Ardey Olivia
Cada final es el principio de un camino nuevo.
|
La asombrosa bibliotecaria de Little Rock de Ardey Olivia
Arrugó una servilleta y la empezó a alisar. - ¿La ves?, puedes estirarla una y otra vez. No esta rota, sigue entera, pero ha quedado marcada para siempre. |
La asombrosa bibliotecaria de Little Rock de Ardey Olivia
Los sufrimientos no nos rompen, aunque dejan sus marcas, y esas no desaparecen.
|
La asombrosa bibliotecaria de Little Rock de Ardey Olivia
¿Quién se fía del cazador que se deja cazar?.
|
La asombrosa bibliotecaria de Little Rock de Ardey Olivia
Estaba segura que, aunque la vida llevara sus sentimientos por caminos separados, siempre lo tendría con ella.
|
|
Los hombres de Texas no hablan de amor de Ardey Olivia
El pasado es como el estiércol. Si lo remueves, apesta.
|
Los hombres de Texas no hablan de amor de Ardey Olivia
—¿Sabes de dónde viene el nombre de Texas? Cuando los primeros exploradores españoles pisaron estas tierras, los nativos caddos los llamaban «táisha», que significa amigo. Gracias a aquella confusión de los españoles, Táisha acabo pronunciándose Texas y el lema del estado es la amistad.
|
Los hombres de Texas no hablan de amor de Ardey Olivia
Nacer rica volvía tontas a muchas e imprimía carácter a unas pocas.
|
Los hombres de Texas no hablan de amor de Ardey Olivia
—Jane es mi mamá. —Sí, bonita. —Se ha quedado dormida. Va a venir un príncipe y le dará un besito para que se despierte. |
Si te quedas en Escocia de Ardey Olivia
Ella le sostuvo la mirada sin alejarse ni un milímetro y le respondió con el mismo tono de confidencia e idéntico descaro. Aunque su apariencia reservada no lo dejaba entrever, era una mujer de las que plantaba cara a cualquier hombre por atractivo que fuera.
|
Una chica con estilo de Ardey Olivia
Helen se levantó con el aspecto fresco de una rosa recién abierta, gracias al colorete. Aunque le costó conciliar el sueño de tan enfadada como se acostó. Y no recordaba haber dado tantas vueltas en la cama desde hacía años. En cuanto salió del dormitorio su fino olfato distinguió el agradable olor del café recién hecho. Bajó las escaleras atraída por ese aroma, no existía otro mejor por las mañanas. Escuchó ruido en la cocina. Dado que estaban solos en la casa, quien trasteaba entre fogones no podía ser otro que el culpable de su noche peleándose con las sábanas.
|
Regálame París de Ardey Olivia
La levantó por debajo de los brazos y la llevó, esa vez sí, hasta el dormitorio agarrándola por donde pudo. Se sintió un canalla, porque las manos se le fueron directas al magnífico culo que tantas ganas tenía de tocar. Encendió la luz con el codo, la sentó a los pies de la cama para poder abrir la sábana. Después, la levantó en vilo y la acostó. Antes de taparla, sucumbió a la tentación de mirar. Aquel cuerpo pedía cientos de miradas. Sus pechos firmes y llenos, millones de caricias. Clavó los dedos en el colchón para no sucumbir a las ganas de acariciarle la curva de la cintura. En otras circunstancias, se inclinaría para besarle el ombligo y dibujar círculos con la lengua. Se clavó los dientes en el labio de abajo cuando sus ojos viajaron hasta la oscura tentación de su pubis depilado a la brasileña. Yolanda ocultaba bajo la ropa discreta la palabra «deseo» hecha mujer. Con un suspiro hondo, dio un tirón a la sábana y la cubrió con mimo hasta debajo de los brazos. Ella abrió solo un poco los ojos y sonrió. Patrick notó cómo le pesaban los párpados. Yolanda necesitaba dormir... y él una ducha fría. Pero antes de dejarla descansar a oscuras y en silencio, apoyó la mano junto a su cabeza y se inclinó sobre su rostro.
+ Leer más |
En la Toscana te espero de Ardey Olivia
—¿Qué tengo yo de especial? —Todo. —La calma desafiante de Martina avivaba su deseo—. He tardado treinta y tres años en hallarte. Un pasado en el que no quiero pensar. Al menos esta noche, quiero que todo lo que no seamos nosotros se quede al otro lado de ese callejón —indicó con la cabeza hacia su derecha. |
En la Toscana te espero de Ardey Olivia
(…) Martina era única hasta para dar las gracias, cuando era él quien debía dárselas a ella. Qué generosa era, y muy bonita, imposible no querer comérsela entera con aquella nariz salpicada de pequitas claras que se fundían con la piel.
|
En la Toscana te espero de Ardey Olivia
Rita enderezó la espalda, le encantaba sentirse atractiva. Y no es que fuera ignorante: atraía las miradas masculinas. La etapa infantil de la niña rolliza había dado paso a una mujer muy vistosa. Se repetía cada día que sus dos novios no la traicionaron por falta de atractivo sino por su incapacidad para ser fieles a una sola mujer. —Para mí, Rita rima mejor con bonita —dijo Enzo acercándose poco a poco—. Con conejita —dijo besándola con suavidad. |
En la Toscana te espero de Ardey Olivia
(…) La chica de los rizos que lo volvió loco aquella noche empezaba a resultarle mucho más interesante a la luz del día.
|
Los hombres de Texas no hablan de amor de Ardey Olivia
Los girasoles siempre se orientan hacia el sol.Sabes que ocurre los días nublados? Se encaran de dos en dos,y son el sol el uno para el otro.Tú lo hiciste hace ocho años ,y ahora, te miro y vuelves a iluminar mis días oscuros.
|
Cuantos años se lleva Ron con Fred y George?