En la Toscana te espero de Ardey Olivia
Rita enderezó la espalda, le encantaba sentirse atractiva. Y no es que fuera ignorante: atraía las miradas masculinas. La etapa infantil de la niña rolliza había dado paso a una mujer muy vistosa. Se repetía cada día que sus dos novios no la traicionaron por falta de atractivo sino por su incapacidad para ser fieles a una sola mujer. —Para mí, Rita rima mejor con bonita —dijo Enzo acercándose poco a poco—. Con conejita —dijo besándola con suavidad. |