Niebla de Miguel De Unamuno
¿Cuál es la lógica de las apariciones? La de la sucesión de estas figuras que forman las noves de humo del cigarro.
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Niebla de Miguel De Unamuno
¿Cuál es la lógica de las apariciones? La de la sucesión de estas figuras que forman las noves de humo del cigarro.
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Niebla de Miguel De Unamuno
Es una desgracia esto de tener que servirse uno de las cosas – pensó Augusto-; tener que usarlas. El uso estropea y hasta destruye la belleza.
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Niebla de Miguel De Unamuno
Y hay que corroer. Y hay que confundir. Confundir sobre todo, confundirlo todo. Confundir el sueño con la vela, la ficción con la realidad, lo verdadero con lo falso; confundirlo todo en una sola niebla.
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San Manuel Bueno, mártir de Miguel De Unamuno
Opio, sí. Démosle opio, y que duerma y que sueñe. Yo mismo con esta mi loca actividad me estoy administrando opio. Y no logro dormir bien y menos soñar bien.
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San Manuel Bueno, mártir de Miguel De Unamuno
«¿La verdad? La verdad, Lázaro, es acaso algo terrible, algo intolerable, algo mortal; la gente sencilla no podría vivir con ella». «¿Y por qué me la deja entrever ahora aquí, como en confesión?», le dije. Y él: «Porque si no, me atormentaría tanto, tanto, que acabaría gritándola en medio de la plaza, y eso jamás, jamás, jamás. Yo estoy para hacer vivir a las almas de mis feligreses, para hacerles felices, para hacerles que se sueñen inmortales y no para matarles. Lo que aquí hace falta es que vivan sanamente, que vivan en unanimidad de sentido, y con la verdad, con mi verdad, no vivirían. Que vivan. Y esto hace la Iglesia, hacerles vivir. ¿Religión verdadera? Todas las religiones son verdaderas en cuanto hacen vivir espiritualmente a los pueblos que las profesan, en cuanto les consuelan de haber tenido que nacer para morir, y para cada pueblo la religión más verdadera es la suya, la que le ha hecho. ¿Y la mía? La mía es consolarme en consolar a los demás, aunque el consuelo que les doy no sea el mío».
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San Manuel Bueno, mártir de Miguel De Unamuno
Bien sé que en lo que se cuenta en este relato, si se quiere novelesco —y la novela es la más íntima historia, la más verdadera, por lo que no me explico que haya quien se indigne de que se llame novela al Evangelio, lo que es elevarle, en realidad, sobre un cronicón cualquiera—, bien sé que en lo que se cuenta en este relato no pasa nada; mas espero que sea porque en ello todo se queda, como se quedan los lagos y las montañas y las santas almas sencillas asentadas más allá de la fe y de la desesperación, que en ellos, en los lagos y las montañas, fuera de la historia, en divina novela, se cobijaron.
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San Manuel Bueno, mártir de Miguel De Unamuno
Y todos, niños y grandes, lloraban, y lloraban tanto de pena como de un misterioso contento en que la pena se ahogaba. Y más tarde, recordando aquel solemne rato, he comprendido que la alegría imperturbable de Don Manuel era la forma temporal y terrena de una infinita y eterna tristeza que con heroica santidad recataba a los ojos y los oídos de los demás.
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San Manuel Bueno, mártir de Miguel De Unamuno
Y yo no sé lo que es verdad y lo que es mentira, ni lo que vi y lo que soñé —o mejor lo que soñé y lo que sólo vi—, ni lo que supe ni lo que creí. No sé si estoy traspasando a este papel, tan blanco como la nieve, mi conciencia que en él se ha de quedar, quedándome yo sin ella. ¿Para qué tenerla ya…? ¿Es que pueden pasar estas cosas? ¿Es que todo esto es más que un sueño soñado dentro de otro sueño? |
San Manuel Bueno, mártir de Miguel De Unamuno
Su maravilla era la voz, una voz divina, que hacía llorar. Cuando al oficiar en misa mayor o solemne entonaba el prefacio, estremecíase la iglesia y todos los que le oían sentíanse conmovidos en sus entrañas. Su canto, saliendo del templo, iba a quedarse dormido sobre el lago y al pie de la montaña.
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La tía Tula de Miguel De Unamuno
Pero yo no puedo buscarlos. No soy hombre y la mujer tiene que esperar, y ser elegida. Y yo, la verdad, me gusta elegir pero no ser elegida.
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Niebla de Miguel De Unamuno
Y así, sin término, devanando la madeja de nuestro destino, deshaciendo todo el infinito que en una eternidad nos ha hecho, caminando a la nada, sin llegar nunca a ella, pues que ella nunca fue.
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El espejo de la muerte de Miguel De Unamuno
Un caso curioso, que hay que relacionar con las actividades literarias de Unamuno, concretamente las de carácter poético, es el que plantea el relato titulado Cruce de caminos, que está compuesto en verso aunque reproducido a renglón seguido.
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El espejo de la muerte de Miguel De Unamuno
El volumen es misceláneo y el orden dista mucho de ser el rigurosamente cronológico. Lleva como subtítulo el de novelas cortas. Todos estos relatos fueron anticipados en las publicaciones periódicas que al final de cada uno de ellos se consigna, extremo que permite fecharlos con la máxima aproximación.
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Miguel De Unamuno
Leer, leer, leer, el alma olvida las cosas que pasaron. Se quedan las que quedan, las ficciones, las flores de la pluma, las solas, las humanas creaciones, el poso de la espuma. |
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Niebla de Miguel De Unamuno
¡Pues sí, soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo, y el españolismo es mi religión, y el cielo en que quiero creer es una España celestial y eterna y mi Dios un Dios español, el de Nuestro Señor Don Quijote, un Dios que piensa en español y en español dijo: ¡sea la luz!, y su verbo fue verbo español...!
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Niebla de Miguel De Unamuno
Al aparecer Augusto a la puerta de su casa extendió el brazo derecho, con la mano palma abajo y abierta, y dirigiendo los ojos al cielo quedóse un momento parado en esta actitud estatuaria y augusta. No era que tomaba posesión del mundo exterior, sino era que observaba si llovía. Y al recibir en el dorso de la mano el frescor del lento orvallo frunció el sobrecejo. Y no era tampoco que le molestase la llovizna, sino el tener que abrir el paraguas. ¡Estaba tan elegante, tan esbelto, plegado y dentro de su funda! Un paraguas cerrado es tan elegante como es feo un paraguas abierto.
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Tres novelas ejemplares y un prólogo de Miguel De Unamuno
Sí, yo, yo soy el loco, yo el que estuve siempre loco..., loco de ti, [...], loco por ti... Yo, yo el loco. ¡Y mátame, llévame contigo!
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Tres novelas ejemplares y un prólogo de Miguel De Unamuno
Yo la habría querido con la misma locura que hoy la quiero... ¡Déjame desnudarme el corazón! Yo la habría querido con la misma locura con que hoy la quiero y habría conquistado su amor con el mío. No con mi valor, no; no con mi mérito, sino sólo a fuerza de cariño.
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¿Qué objeto le lanzaron los gemelos Weasley a Voldemort a la cara?