El periodismo es un infierno, un abismo de iniquidades, de mentiras, de traiciones, que es imposible atravesar y del que es imposible salir indemne si no es protegido, como Dante, por el divino laurel de Virgilio
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El periodismo es un infierno, un abismo de iniquidades, de mentiras, de traiciones, que es imposible atravesar y del que es imposible salir indemne si no es protegido, como Dante, por el divino laurel de Virgilio
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No soy más que un humilde sacerdote, pero si a mí unos hombres me hubieran humillado, vejado, torturado, traicionado y vendido, como hicieron con usted los bribones de que me ha hablado, sería como el árabe del desierto… Sí, me entregaría en cuerpo y alma a la venganza. No me importaría acabar mi vida colgado de una horca, sentado en el garrote vil, empalado o guillotinado, como en su país; pero no me dejaría cortar la cabeza antes de haber aplastado a mis enemigos bajo mis pies
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hay ciertas personas que no tienen ya el mismo aspecto ni el mismo valor una vez separadas de los rostros, de las cosas y de los lugares que les sirven de marco
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¡Envidio sus sufrimientos, pues al menos usted está vivo!
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Se casaba con un escudo de armas con más de doscientos años de antigüedad
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Hijos míos —dijo entonces Finot levantándose y sosteniendo una botella de champán en la mano—, todos nosotros hemos protegido y alentado los comienzos de nuestro anfitrión en la carrera en la que ha superado nuestras expectativas. En dos meses ha dado muestras de lo que es capaz con los magníficos artículos que conocemos: propongo bautizarle como un periodista auténtico.
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Pero un amor que había prendido en el pecho de David, sus inquietudes científicas y su buen carácter le impidieron desarrollar ese afán de lucro que constituye y forma el carácter del verdadero comerciante y que le habría hecho estudiar las diferencias que distinguen a la industria provinciana de la parisiense
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Los amantes no tienen más familia que ellos mismos
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Sintió entonces en él la deliciosa sensación de alivio de todos los jugadores al sentirse liberados de la fiebre del juego, cuando no teniendo ya nada más que arriesgar abandonan el ardiente palacio donde materializan sus fugaces sueños.
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París reúne toda la gloria y toda la infamia de Francia
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¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?