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Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac
Hijos míos —dijo entonces Finot levantándose y sosteniendo una botella de champán en la mano—, todos nosotros hemos protegido y alentado los comienzos de nuestro anfitrión en la carrera en la que ha superado nuestras expectativas. En dos meses ha dado muestras de lo que es capaz con los magníficos artículos que conocemos: propongo bautizarle como un periodista auténtico.
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