El ABC Del Arte Del Siglo XX

Sirva de moraleja anticipada, que un regalo ha de adaptarse al gusto del obsequiado y no del obsequiador, en especial cuando se supone que se le tiene en estima.
Así es como llegó este libro a mis manos y la mayor muestra de agradecimiento ha sido, leerlo.

Ya advierte el refranero, (que por viejo zorro, sabio y certero) aquello del burro y el mantecado.

No caeré, por tanto, en el error de ofrecer públicamente mi interpretación de los gorditos de Botero o los blandos relojes de Dalí.
Dios me libre, incluso, de hacerlo con las señoritas de Pablo Ruiz.

Siendo completamente sincero, el arte es a quien escribe lo que la algarroba al caviar.

Pero hay algo que para acallar a mi conciencia, sí deseo compartir, y no es otra cosa que poner en valor lo que las exageraciones elevan una obra parvularia a mística genialidad.

Se dice de "Estudio para un homenaje al cuadrado: Radiante" de Josef Albers, que si miras mucho rato la interacción de los colores llega a desorientar...será si a la contemplación le añades algún opiáceo pues yo no dejo de ver un cuadrado azul, y dos verdes y donde sus bordes ni siquiera son rectos.

Siguiendo con la formas geométricas nos encontramos con "Otro tiempo" de Kenneth Noland un lienzo en forma de rombo con fondo verde y finas rayas horizontales y verticales de distintos colores. Si giras el lienzo no tardas en observar que la obra de arte se asemeja a una servilleta de papel decorada. Las que ponemos cuando tenemos visita y nos queremos lucir.
La servilleta de Noland está expuesta en un museo de Washington.

Es en "Rivoli" de Günther Förg donde se confirman mis sospechas de que el autor de los comentarios de las láminas es capaz de ver unicornios en un cementerio.
Dice hallar en la obra tendencia a la melancolía y la espiritualidad.
¡ Son dos franjas por Dios! ¡ Una naranja y otra verde! ¡Mi hija hizo cientos así y no había melancolía ni Espíritu Santo!

Este abc contiene 500 láminas (algunas con una calidad reprográfica lamentable) ordenadas alfabéticamente por el apellido de su creador.
Pintura, fotografía, escultura y composiciones de las que reconozco entender más bien poco, pero por las que pagaría a gusto la entrada para verlas en su estado natural.

Lo peor de este libro ilustrado es la necesidad de una lupa de 20 aumentos para leer el texto que lo acompaña. Casi microscópico.

Seguramente los más eruditos en la materia lo disfrutarán mejor que yo.
Lo que no quita para que el queso se le de al ratón.