Le tenía muchas ganas a este libro y me ha venido de lujo leerlo en un periodo en el que estoy medio sufriendo un bloqueo lector. Es una historia fresca, genuina y sencilla donde tres chicos, Tristán, Luis y Guille, deciden irse de vacaciones a Benidorm, pero el hecho de encontrarse con Olegario, antiguo socio del padre de Tristán, les hace cambiar de rumbo y plantarse en la zona de Cádiz. El objetivo principal de este roadtrip es disfrutar unas merecidas y postergadas vacaciones, pero se tendrán que colocar el sombrero de Sherlock Holmes para investigar sobre este señor que no es trigo limpio. Cada chico tiene su personalidad y su carga en la espalda. Guille vive sumido en una precariedad laboral y está enamorado hasta las trancas de su mejor amigo, Tristán sigue trabajando con sus padres en la heladería familiar y ve como todo su alrededor cae en picado y Luis está a las puertas de dar el "Sí, quiero" a Mario, pero no está al cien por cien convencido. Un viaje que servirá para reconectar esa amistad (tema cumbre de la historia y el que más me ha gustado) que estaba distanciada con el tiempo, una escapada hacia la libertad de tres jóvenes que quieren disfrutar de ser como son y olvidarse un poco de sus quehaceres diarios. Una novela sencilla que se lee en un solo día, llena de diálogos y con capítulos muy cortos, y aunque te deja una muy buena sensación, le faltan más páginas para cerrar al completo la historia. El ritmo de la misma es apresurado y en algunos pasajes necesitaba más descripción de los momentos. Sobresalen los personajes por sus ocurrencias y es verdad que se hacen de querer. Es la primera novela del autor y espero que no sea la última. Su estilo es fresco, ideal para una lectura veraniega. Mención aparte a que unos capítulos se desarrollan en mi pueblo y es algo que claramente me enorgullece. + Leer más |