La dura leyenda de la soga rota

Hay ocasiones en las que te impacta más la biografía de un escritor que sus propios textos y normalmente no es un dato que necesite a la hora de escribir sobre alguna lectura, pero considero muy importante que primero sepamos quién es Franz Werfel antes de preguntarnos qué escribe.

Werfel fue un escritor checo de ideología eminentemente pacífica que fue llamado a filas en la Primera Guerra Mundial, con apenas estos esbozos podríamos entender la madurez de sus palabras, la rotundidad de lo breve en los relatos que encontramos en este libro. Además de esto (o precisamente por esto), gracias a su condición de proscrito tiene que sufrir la peor de las vicisitudes que podrían ocurrirle a un autor y es ver cómo sus libros son quemados y, por tanto, el eco de su literatura se pierde entre las posibles almas que podrían haber disfrutado de su talento. En 1940 huye al exilio y se establece en California hasta su muerte.

En sus relatos, por tanto, es indispensable que aparezca la guerra y el autoritarismo sin perder esa condición de elegancia con la que se desmarcaba de, en sus propias palabras, la incorregibilidad de la humanidad.

En el relato principal, el que da nombre al libro, nos encontraremos con un sanguinario personaje que consigue eludir su cita con la muerte. Un relato sobre el horror que está salpicado de algunas reflexiones muy interesantes.

El segundo relato nos presentará a un personaje marginal quien nos enseñará que, con el adecuado giro de las tornas, el que antes fue víctima ahora perfectamente puede ser verdugo.

Finalmente, el último relato nos habla de la visión de un rito llevado a cabo por los derviches, una orden de monjes musulmanes. Para mí es el relato más flojo y un cierre de lectura un poco desafortunado, ya que corta de raíz el estilo de los dos anteriores, no sé si por la distancia temporal que los separa, escritos los dos primeros en 1938 y 1939 y este último en 1925.

Es una lectura agridulce, supongo que por haber conectado más con los dos primeros relatos, pero no deja de ser sustancioso conocer voces que fueron importantes en la primera mitad del siglo XX.

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