La dura leyenda de la soga rota de Franz Werfel
¡Europa, 1911! Dorado ocaso de una era cuyas preocupaciones más graves se nos antojan hoy paradisíacas. De los titulares de las gacetas no brotaban vientos de odio ni goteaba sangre. El mundo se exaltaba por una ópera nueva, un libro audaz o una visión radical del arte. El sensacionalismo aún no olía a exterminio y privación de derechos a millones de personas. Aquellas aciagas psicosis que en la actualidad se llaman "ideologías políticas" llenaban por lo pronto las marcadas y mesadas cabezas de algunos soñadores, lunáticos y apóstoles diletantes.
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