La invocación del pasado puede ocuparte las veinticuatro horas del día. Qué hay en mi presente sino esa terca y abrumadora y decadente y voluptuosa abundancia del pasado.
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La invocación del pasado puede ocuparte las veinticuatro horas del día. Qué hay en mi presente sino esa terca y abrumadora y decadente y voluptuosa abundancia del pasado.
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Mi religión es el pasado.
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Siempre el miedo. Eternamente el miedo.
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Pero quiero recordar a los españoles y las españolas, que son gente de extraordinario buen corazón. Me importa bien poco la literatura, yo quiero el amor de la gente, por eso me hice escritor. Porque descubrí algo, descubrí que las palabras enamoran y sirven para no estar solos. Y descubrí que todos los españoles y las españolas con quienes he hablado este último año amaban a sus padres y a sus madres. Eso fue maravilloso. |
A mí nunca me premió la vida. La vida solo te destruye, con más o menos gracia, pero te destruye. Lo que sí he visto es miles de pactos diferentes que la gente hace con la destrucción. Unos seres humanos pactan de una manera, otros de otra. La mayoría pacta destrucciones más o menos largas, que ocurren en plazos de unos treinta o cuarenta años. Y a eso la gente lo llama vivir, y es mucho.
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Veo a Federico García Lorca fundirse con España. Veo la belleza absoluta, porque Federico García Lorca fue la belleza absoluta.
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Y yo viendo a mi familia pienso que se puede ser muy feliz y estar siempre alegre en este país que se llama España.
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¿Cuál fue la primera obra escrita en verso en lengua castellana?