Otaberra

Otaberra representa todo aquello de lo que uno desea acabar huyendo; incluso si eso significa huir de uno mismo, o de la representación de uno mismo moldeada por «los otros». Pero a veces resulta inevitable y hasta deseable volver para rescatar algo que se quedó allí: un recuerdo, una identidad, una emoción. Especialmente porque para algunos la vida se detiene en un momento que lo pone todo en suspensión.
Es un libro que habla del desafío que supone vivir cuando todo es cambio y transformación, algo que interpela constantemente nuestra capacidad de adaptación, lo que, a su vez, pone en jaque nuestra propia identidad o al menos nuestra capacidad para mantenerla a flote.
A mi la historia me ha hecho tener presente la idea de infinitud, de eternidad, de permanencia y de pérdida, y de todo ello al mismo tiempo…
La escritura de Elisa Victoria es tremendamente dinámica, las frases poseen un ritmo y un tempo ágil y, sin embargo, es posible generar al mismo tiempo imágenes pausadas y concretas, sensaciones intensas y reflexiones profundas que conectan con los personajes y con la historia, por paradójico que parezca. Esta lectura supone una inmersión a ciegas en las profundidades de los otros, algo jamas enteramente accesible.
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