A la bandera de España le estoy cogiendo más miedo que al logotipo de Nike
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A la bandera de España le estoy cogiendo más miedo que al logotipo de Nike
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Cuantos profesores arruinan cada año un centenar o dos de vidas porque estaban pasando por un divorcio complicado
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Hay bombas que esquivar y neutralizar en las esquinas más insospechadas y yo a veces pierdo la destreza.
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Les digo a mis compañeras lo guapas que están y no me quiero levantar del banquito para no pasar por delant del espejo y verme. Ya sé la cara que tengo. Es mi peor versión, la que curiosamente mi madre considera la mejor por verdadera.
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La gente mayor, la gente con trabajo, tiene menos descanso aún y suele recordar este tiempo como un idilio divertido e interesante en el que todavía había margen para la espontaneidad y la experimentación, lo que me indica que la promesa del merecido baile tras los esfuerzos no es más que un anzuelo, una patraña. No entiendo por qué tiene que costar dinero vivir. Por qué, si no hay un solo trozo de tierra sin dueño junto a un arroyo en el que retirarse a construir una cabaña y cultivar un huerto, tiene que costar tan cara la subsistencia. Tienes que sacrificar tu energía más pura para ganarte algo así de básico.
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No da tanto miedo ser pobre como la forma en que la gente trata a los pobres.
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Cuánto falta. Cuándo llega el punto en que deja de quemar la vida. ¿Ocurrirá al terminar la carrera, al conseguir un trabajo digno? Cada vez quema más, quema más que nunca. Estoy al rojo vivo. [...] Necesito que la existencia quede inaugurada de una vez, dejar de estar proyectándola hacia un futuro lejano e impalpable.
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“Ave César, los que vamos a follar nos conocemos muy poco”.
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A los siete años la mayoría de ellos tenían ya forjada la conciencia de que el colegio era un lugar hostil al que estaban obligados a ir y de que no servían para nada
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Ya que soy incapaz de relacionarme con el placer, al menos mantengo una próspera relación con el disgusto.
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¿Cuántas novelas hay en la serie Harry Potter?