El Evangelio de Elisa Victoria
La gente mayor, la gente con trabajo, tiene menos descanso aún y suele recordar este tiempo como un idilio divertido e interesante en el que todavía había margen para la espontaneidad y la experimentación, lo que me indica que la promesa del merecido baile tras los esfuerzos no es más que un anzuelo, una patraña. No entiendo por qué tiene que costar dinero vivir. Por qué, si no hay un solo trozo de tierra sin dueño junto a un arroyo en el que retirarse a construir una cabaña y cultivar un huerto, tiene que costar tan cara la subsistencia. Tienes que sacrificar tu energía más pura para ganarte algo así de básico.
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