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Las mejores frases de El libro vacío. Los años falsos (99)

Diem
Diem 10 December 2021
Estoy diciendo sencillamente, con la misma falta de sentido y de objetivo, pero con el mismo incontrolable impulso y el deleite con los que un niño se asoma al brocal de un hondo pozo, grita su nombre y escucha emocionado que aquella misteriosa oquedad lo repite. No lo grita para alguien, no lo repite alguien; lo grita él mismo, lo escucha él mismo, pero su nombre ha sido lanzado a una profundidad de la que regresa con un tono solemne, telúrico y tan distinto de aquél en que fue pronunciado, que te hace pensar no en que es un eco, sino una respuesta o un llamado sobrenatural. Hace entonces, del negro vacío, un interlocutor, y vuelve a gritar su nombre, y luego frases cada vez más largas, cuya repetición escucha atento y conmovido.

Yo escribo y yo me leo, únicamente yo, pero al hacerlo me siento desdoblado, acompañado. Cuando incurro en contradicciones soy mi interlocutor y oigo sorprendido las respuestas que surgen de mi profundidad más íntima, de esa zona de mí mismo de la cual yo no tenía conciencia y que se hace presente cuando es tocada por una declaración o por un propósito míos que esa parte de mí rechaza o no puede cumplir.

Mis promesas rotas, mis cambios de opinión, mis dualidades emotivas, todas mis contradicciones parecen menos graves cuando simplemente las pienso o las hablo. La expresión oral y el pensamiento tienen una esencia efímera que no compromete. Lo que da una impresión de informalidad e inconsistencia es la frecuente rectificación de los conceptos que se consignan por escrito, como supuesto fruto de largas y concienzudas meditaciones, o la de una verdad que nos parece incontrovertible y que afirmamos como tal, con igual firmeza que unos días después afirmaremos otra que niega la anterior. Por eso, y aun a riesgo de parecer inconstante, tengo que rectificar lo que escribí hace apenas dos o tres semanas.
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Diem
Diem 10 December 2021
(…)José nos dijo:
– ¡Ya estarán contentos; terminé con Margarita!

Vi que le temblaban los labios y que hacía esfuerzos por no llorar. Sentí una gran pena y me apresuré a explicarle:

– Yo no estoy contento de algo que te causa dolor, hijo, pero…

Ella me interrumpió:

– Yo sí, contentísima. Comprendo que es un dolor, pero te faltan muchos, José.

El pobre muchacho nos miró con los ojos llenos de lágrimas. Yo estaba indignado por la dureza de mi mujer e iba a decir algo que suavizara sus palabras, pero ella se adelantó:

– Te falta el de ver llorar a un hijo.
Y entonces ocurrió algo que me dejó aislado, como si fuera yo un extraño que nada tenía que hacer entre ellos: José corrió hacia su madre y la abrazó con tal ansiedad que parecía que, al mismo tiempo, se aferraba a su infancia y se despedía de ella. Mi mujer cerró los ojos. Comprendí que en ese instante los dos estaban lejos de mí, como fuera del mundo.
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Diem
Diem 10 December 2021
Con una gran naturalidad se enfrentó a su hijo y lo amenazó como yo no me hubiera atrevido a hacerlo jamás:
– ¡Que yo me entere de que sigues en líos con esa fulana y ya puedes prepararte!
En ella, esa amenaza era protección, tal vez un poco feroz. Dicha por mí, esa misma frase hubiera sonado a tiranía.
¿Por qué? No lo sé; pero creo que es porque ella tiene el valor de sentirse dueña de sus hijos, mientras ellos o la vida no le indiquen lo contrario. Yo, en cambio, siento que no me pertenecen; que no puedo tener la soberbia de sentirlos míos; que su dependencia de mí es accidental, y que sólo puedo dirigirme a ellos con el temor que nos inspira todo lo misterioso.
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Diem
Diem 10 December 2021
No lo culpo de nada. ¿Cómo va a pensar que lo entiendo si para hablar de su amor menciono edades y estudios? Pero, ¿qué otra cosa puedo hacer? Hay un lenguaje de años, de experiencia, que es el obligatorio, el entrañable y leal, y que, no obstante, resulta frío y árido. Un lenguaje sabio, el único adecuado, pero que en vez de acercarnos, nos aleja de aquellos a quienes tratamos de proteger con él.
Yo lo entiendo y me avergüenza usarlo. Mi impulso sería decirle: lo que tu sentimiento considera esencial, eso es lo esencial. No hagas caso de mis consejos; la experiencia está al final del camino y yo no debo quitarte ni el gusto del camino, ni la triste riqueza que vas a encontrar cuando lo hayas recorrido. Porque la experiencia es eso: una triste riqueza que sólo sirve para saber cómo se debería haber vivido, pero no para vivir nuevamente. Yo podría protegerte, pero ¿te interesa mi protección? Lánzate a tu vida desnudo, inexperto, inocente. Y sal de ella maltrecho o victorioso. Eso, al fin y al cabo, es igual. Lo importante es la pasión que hayas puesto en vivirla.
Pero, en rigor, ¿puedo, debo hablarle así?
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Diem
Diem 10 December 2021
–No puedes entenderlo, papá.
Tal vez tenga razón. Él siente que yo no puedo entenderlo. Considera que mis cincuenta y seis años son capaces de conservar el recuerdo de un amor de veinte, pero no los matices. Que guardo dentro de mí el suceso en conjunto, compacto, como petrificado, pero que ya no puedo separar y darles su valor exacto a todas las emociones que ese amor suscitaba. Que ya no entiendo las lágrimas, ni la esperanza, ni el deseo, ni esa verdad absoluta de que el mundo principia en la cabeza y termina en los pies de una mujer. No hay otros contornos, no hay otro horizonte.
Ella, sólo ella, su pequeña dimensión, lo contiene todo.

Así es. Así era para mí también. Podría decírselo y asegurarle que lo recuerdo claramente. Podría confesarle que con esos recuerdos ardientes he poblado mi vida, mi tenue vida sin fulgores.

Pero él tampoco podría entenderme. Me conoció vencido ya, uncido a mi rutina, y nunca le he dado el espectáculo de una hazaña brillante. No soy el héroe de mi hijo. No he podido serlo.
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Diem 09 December 2021
Y lo único que honestamente puedo expresar es que lo que quisiera escribir, o ya está escrito en los libros que me conmueven, o será escrito algún día por otros hombres, en unos cuadernos que no se parecerán en nada a los míos, tan tristemente llenos, éste, de impotencia, y el otro, de blanca e inútil espera.
De la espera más difícil, de la más dolorosa: la de uno mismo. Ya he tenido suficiente tiempo para darme cuenta, para saber hondamente que no puedo hacerlo. ¿Qué es lo que espero entonces? ¿Por qué me empeño en mantener vivo, abierto y ávido, ese cuaderno en el que todavía no he podido escribir una sola línea? Sé que me está esperando; su vacío me obsesiona y me tortura, pero si algo pudiera escribir en él, sería la confesión de que yo también me estoy esperando desde hace mucho tiempo, y no he llegado nunca.
Tal vez por eso estoy siempre triste. Puse en mí mismo una confianza absurda, nacida de no sé qué vanidad. Así como tracé un plan cuando pretendí escribir una novela, del mismo modo, desde muy joven, hice un apasionante proyecto de mi vida. Esquemas, proyectos, siempre lo mismo.
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Diem
Diem 09 December 2021
Y como único desahogo este cuaderno subterráneo, vergonzante, que alguna vez pensé que podría transformarse en un libro y en el que escribo algunas noches, cuando no estoy rendido por esas tareas y esas preocupaciones en las que se me fue mi tiempo, para siempre.
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Diem
Diem 09 December 2021
Algunos, como yo, tal vez se den cuenta de ello y lo lamenten secretamente en las páginas de un cuaderno. Otros tal vez no tengan ni tiempo de notar que su tiempo pasó ya. Pero estoy seguro de que, igual que yo, sin poderlo evitar, miles de ellos cierran los ojos, se olvidan de su familia, de su trabajo, de sus enfermedades, de su edad, y realizan con la imaginación esas magníficas proezas de que aún se creen capaces. Cualquier cosa, el llanto de un niño, el sonido de un reloj, el ruido de un plato al caer, el golpe de una puerta, una voz conocida, cualquier cosa los reintegrará a su realidad espesa y gris. Pero hallarán siempre nuevos momentos para evadirse, para jugar al héroe, y prender en su propio pecho, en una secretísima ceremonia a la que sólo asisten ellos mismos, acompañados de esos otros que hubieran querido ser, la medalla que les permite subrayar su nombre y abandonar la fila.
Esa larga, interminable fila uniformada, de la que sólo podemos salir para entrar a otra, más anónima, más abstracta aún: la también interminable de los muertos que únicamente seremos recordados, algún tiempo, por cuatro o cinco parientes que vivirán unos cuantos años más que nosotros. Después nadie. Nada. Ni un pensamiento casual, ni una huella en ninguna memoria. ¡Nada!
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Diem
Diem 09 December 2021
Y así, deseando que pase el tiempo para que pasen también los problemas diarios que nos agobian, nos encontramos un día con que ha pasado nuestro tiempo.
Y que al margen han quedado, intactos, sin edad, nuestra buhardilla en París, nuestro libro famoso, nuestro barco en plena tempestad, nuestra proeza en el campo de batalla…, nuestro nombre.
Somos unos mediocres. No pudimos evitarlo o no tuvimos con qué evitarlo. No fuimos dotados con los elementos o los talentos que no pueden frustrarse. Los nuestros, mínimos, comunes, se hundieron en el tiempo y no serán notados ni comentados jamás.
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Diem
Diem 09 December 2021
¿Quién va a vigilar el tiempo y a medirlo entre esa serie de sucesos cotidianos, de tiernos proyectos, de deberes inaplazables, de fechas tristes, de otras ansiosamente esperadas, de otras perdidas en otras y en otras más, iguales siempre, que forman la vida del hombre común?
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