¿Cómo iba yo a saber que la acumulación de esos “mañana" que ni siquiera distinguía, y que sin notarlo ya eran “hoy” y "ayer", harían pasar no sólo el tiempo, sino mi tiempo, el único mío?
|
¿Cómo iba yo a saber que la acumulación de esos “mañana" que ni siquiera distinguía, y que sin notarlo ya eran “hoy” y "ayer", harían pasar no sólo el tiempo, sino mi tiempo, el único mío?
|
(…) porque el tiempo ya pasó. Antes, cuando aún no pasaba, yo no sabía que pasa tan rápidamente que ni siquiera lo sentimos, ni que después, cuando empezamos a notar su paso, es que ha pasado ya. Es muy difícil, realmente. Queda uno atrapado por los acontecimientos del corazón, del instinto, de la esperanza; luego por los deberes, por la casa, por los hijos. No sabe uno, no siente cuál es el día exacto en que debe poner una marca o hacer un tajo hondo y cambiar el rumbo, pese a todos los vientos. |
Le pregunté, por decir algo, si ella nunca soñaba. –A veces. Pero siempre con cosas que puedan convertirse en realidad. |
Mi vida se desliza tranquila. Yo la agito a veces, ¿artificialmente?, con esta lucha entre el escribir y el no escribir. En ocasiones pienso que el hacerlo proviene de que es el único medio del que dispongo para no olvidarme de mí mismo por completo; que tal vez mi empeño en consignar los sucesos más importantes de mi vida tenga por objeto reconciliarme un poco con ella y descubrir que no ha sido tan mediocre.
|
Esto me hizo entender que un suceso, una pregunta, una meditación, puede modificar las que suponíamos firmes conclusiones, y que la única verdad es la que resulta de todas a las que vamos llegando durante nuestra vida. Es decir, que nada es fijo ni permanece inmóvil en el trémulo corazón del hombre.
|
¿Podría ver en mi cuaderno todo lo que no digo y todo el dolor que me causa el no poder decirlo? Está vacío, lo sé muy bien, no dice nada. Pero yo sé, yo únicamente, que ese vacío está lleno de mí mismo. Esto no lo puedo explicar en otra forma y es imposible exigir o esperar que alguien escuche lo que no he podido decir nunca, a pesar de mis esfuerzos.
|
VERDADERAMENTE no sé qué sería del hombre si no tuviera dentro de sí, escondidos, superpuestos, sumergidos, adyacentes, provisionales, otros muchos hombres que no sólo no destruyen su personalidad, sino que la constituyen al ampliarla, repetirla y hacerla posible de adaptación a las más variadas circunstancias de la vida.
|
No; a él no debo enseñarle nunca lo que escribo, aunque alguna vez expresara su deseo de leerlo. Él no debe enterarse de que la vida puede atraparnos e ir estrechando día a día los amplios caminos que soñábamos recorrer. Él no debe saber que los sueños de los veinte años pueden seguir siéndolo toda la vida (…)
|
En rigor, es de tu realidad de lo único que puedes hablar. Y si de ella no te es posible extraer lo que requieres para un libro distinto y trascendente, renuncia a tu sueño. Y si no puedes dejar de escribir, continúa haciéndolo en este cuaderno y luego en otro, y en otro, siempre secretamente, hasta el día de tu muerte.
|
Pero igual que el castigo mayor, la memoria puede ser también el más tibio refugio y la más suntuosa riqueza del hombre.
|
Como agua para chocolate