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El libro vacío. Los años falsos de Josefina Vicens
Algunos, como yo, tal vez se den cuenta de ello y lo lamenten secretamente en las páginas de un cuaderno. Otros tal vez no tengan ni tiempo de notar que su tiempo pasó ya. Pero estoy seguro de que, igual que yo, sin poderlo evitar, miles de ellos cierran los ojos, se olvidan de su familia, de su trabajo, de sus enfermedades, de su edad, y realizan con la imaginación esas magníficas proezas de que aún se creen capaces. Cualquier cosa, el llanto de un niño, el sonido de un reloj, el ruido de un plato al caer, el golpe de una puerta, una voz conocida, cualquier cosa los reintegrará a su realidad espesa y gris. Pero hallarán siempre nuevos momentos para evadirse, para jugar al héroe, y prender en su propio pecho, en una secretísima ceremonia a la que sólo asisten ellos mismos, acompañados de esos otros que hubieran querido ser, la medalla que les permite subrayar su nombre y abandonar la fila. Esa larga, interminable fila uniformada, de la que sólo podemos salir para entrar a otra, más anónima, más abstracta aún: la también interminable de los muertos que únicamente seremos recordados, algún tiempo, por cuatro o cinco parientes que vivirán unos cuantos años más que nosotros. Después nadie. Nada. Ni un pensamiento casual, ni una huella en ninguna memoria. ¡Nada! |