HUESOS Y CENIZAS

Mi encuentro con Thomas había puesto las cartas sobre la mesa. Los Huesos al completo sabían que estábamos allí. Lo que no se imaginaban es que le íbamos a sorprender en el cementerio, en su reunión secreta.

– El león no es solo es enorme, mamá. Es malo – aclaré rozando un tobillo con otro.
– Ningún león salvaje es dócil, Lara. Nunca lo son. Además, a ellos les gusta medirse a rivales de misma bravura y rango.

Porque ese chico es dulce. Y a nadie le amarga un dulce.

– Entonces, ¿lo que sucedió en Lucca entre nosotros se queda en Lucca? – me preguntó mirando al frente.
– Sí, como en Las Vegas – contesté sin más.

Aquellos ojos dorados y salvajes parpadearon atónitos ante mi beligerancia.

Los ricos se casan con ricos y tienen hijos ricos. Es un círculo vicioso.